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- 63 - Incluso Erasmo, en la correspondencia mantenida con el Emperador en 1527, se dirige a él como la personificación del Imperio y de la Iglesia. Es lla- mativo que el irenista Erasmo llegue a afirmar: “Yo debajo de la bandera de Jesu Christo y de V. M. peleo” 26 , haciendo una identificación del César Carlos, con los ideales que preocupan al humanista: “En lo que a mi toca mientras la vida me durare, no dexaré de defender la piedad christiana” 27 . Y, por eso, en el momento en el que el Enchiridion se convierte en una obra de referencia –pero sobre la que ya comienzan a oírse voces díscolas– Carlos no dudará en hacerle notar y decirle que no ve peligro en sus libros, sino en “començar ya a deshacerse de la secta lutherana” 28 . Es, precisamente, el momento de mayor esplendor del emperador y, también, los años en que tiene lugar la traducción masiva de las obras de Erasmo al castellano. Un momento en el que Carlos antepondrá sus intereses universa- litas a los del mismo papado. Será, en el mismo entorno del emperador, donde nos encontremos a erasmistas convencidos, que defienden la causa de las letras igual que la política. Su confesor y futuro inquisidor Alonso de Manrique, es un ejemplo de ello, patrocinando la edición castellana del Enchiridion 29 . De alguna manera, Carlos representa también las tendencias críticas –heterodoxas o no– que se vienen sucediendo entre los humanistas y, en este momento, es también ima- gen visible de la disidencia respecto al pontífice. El soberano no tardará mucho en darse cuenta de que no puede ejercer el papel de emperador desde las lejanas tierras hispanas, por lo que habrá de asen- tarse en el contexto germano-italiano. Entiende que las dificultades con que se encuentra se relacionan directamente con la fe y con la herejía. Y, por ello, consi- dera que se requiere una reforma de la Iglesia, le llevará a centrar la lucha fuera de los territorios de Castilla y Aragón. Carlos seguirá utilizando sus posesiones ibéricas, pero dando forma a una idea de imperio distinta: vuelve al Sacro Impe- rio y decide intervenir en las cuestiones de religión, aunque esto no será aceptado por el papa Clemente VII ni por Paulo III 30 . El César sigue pensando en la reali- 26 Erasmo de Rotterdam, “Carta de Erasmo a Carlos V (Basilea, 2.IX.1527)”, en Coloquios familias. Edición de Alonso Ruiz de Virués (siglo XVI) (Barcelona: Anthropos, 2025) 257. 27 El humanista, en la misma carta, ya había afirmado: “Confiado yo en el amparo de los pon- tífices e príncipes y principalmente de V. M. con gran peligro de mi persona, provoqué contra mi toda la secta lutherana”. Rotterdam, “Carta de Erasmo a Carlos V (Basilea, 2.IX.1527)”, 257. 28 Carlos V, “De Carlos V a Erasmo (Burgos, 2.XII.1527)”, en Rotterdam, Coloquios familias. Edición de Alonso Ruiz de Virués (siglo XVI) , 259. 29 Erasmo de Rotterdam, Enquiridio o manual del cauallero Christiano compuesto primero en latín por ... D. Erasmo Roterodamo ... traducido de allí en castellano (Uniuersidad de Alcala de Hena- res: Miguel de Eguía, ?1528). La obra contó con la protección del emperador Carlos V, del inquisidor general, Alonso Manrique y, también, del arzobispo de Toledo, Alonso de Fonseca. Ellos aprobaron la obra. Véase, Dámaso Alonso, Prólogo”, en Erasmo de Rotterdam, El Enquiridion o Manual del caballero cristiano. La paráclesis o exhortación al estudio de las letras divinas (Madrid: S. Aguirre, 1932) 8-11. 30 En estos términos se dirigía a Clemente VII: “Y pues V. St. tiene conocida mi intención y de la manera y con la claridad que siempre le he hablado, dezirle he verdad y lo que siento desto para que

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