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38 Miguel Anxo Pena González Archivo Dominicano XLV (2024) 7-46 [40] Estos han llevado a centrarse, en exceso, en figuras sobresalientes o ha- cer ver que las órdenes funcionaban de manera paralela al resto de la sociedad. No se si esto tiene que ver con la exención de los regulares y, lo que esto comporta de cierto carácter alternativo, pero no hay duda que, en todas las épocas, y en momentos tan significativos como los del con- texto tridentino, las órdenes y congregaciones no fueron simplemente una extensión de los intereses pontificios y curiales, sino que gozaron de una creatividad y espontaneidad que va más allá de lo tradicionalmente tenido en cuenta. Las órdenes y congregaciones religiosas en el contexto de la Historia de la Iglesia y –todavía más– en el de la Historia religiosa, ponen de relie- ve cómo la diferencia se convierte en un signo de unidad. Pues estas son aspectos y carismas que completan una mirada más global de lo que es la pluriformidad de la vida religiosa. No hay duda que esto nos remite a una comprensión de la Iglesia, con un carácter eminentemente carismático y que, por lo mismo, a lo largo del tiempo se ha ido concretando en formas y matices que refieren al sentido profundo de su ser. No se puede olvidar la tentación de uniformidad que se tiende a im- poner cuando no entendemos algo, o cuando queda distante de lo que nosotros pensamos. Es necesario revisar la aplicación del Concilio de Trento, en una mirada más global sobre las diversas formas de vida reli- giosa, cómo ayudó a las mismas y qué límites fueron los que se impusie- ron. Cómo colaboró la vida religiosa en los distintos países, de manera amplia y en una mirada global, a uniformar a toda la sociedad. En este sentido, será interesante también ver cómo las distintas iniciativas te- nían un fuerte trasfondo social, que tiene mucho ver con un marco his- tórico-político, que se concretará en torno a instituciones de asistencia o de beneficencia y cómo estas serán conducidas. Esos diversos proyectos también hablan de la posibilidad de encuen- tro y unidad a partir de la forma en qué se concretan en cada lugar o na- ción. Y, por lo mismo, diferencias que hablan de esa unidad en torno a la vida regular al servicio de la Iglesia y de la sociedad. Por otra parte, será conveniente también valorar cómo se respeta la diferencia a lo largo de toda esa etapa, algo que tendrá que poner también en relación la diversi- dad cultural y nacional, mostrando que la uniformidad contaba también con un adecuado respeto por la comunión. Igualmente, como ya hemos afirmado, se ha de evitar el riesgo de que- rer hacer historias “institucionales” en las que aquellos aspectos que no agradan se esconden u ocultan. Esos elementos son los que han permitido también que una institución sea lo que es… Un reto en el que se impone la creación de grupos de investigación en los que estén presentes profesiona- les con distintas comprensiones y siempre con un talante manifiestamente interdisciplinar. [32]

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