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78 Miguel Anxo Pena González los griegos; cada vez que en el Viejo Testamento haya alguna diferencia entre los mismos códices latinos, o entre los latinos y los griegos, busquemos la prueba de autenticidad en la verdad de la fuente hebrea." (Apología V, 2) Las Quinquagenas serán un reflejo de este intento, aunque solo pasarán a la imprenta en su tercera versión en 1516. En sus comienzos se debió sentir animado por el mismo Cisneros. El conflicto con el inquisidor general Deza pondría freno a esta propuesta. Finalmente, se publicarán en Alcalá en 1516, convirtiéndose en una obra de referencia y en una oportuna metodología de trabajo, con una honda finura filológica, como anotaciones a ambos Testamen– tos. El origen sería de los albores de siglo, ya que en el curso 1505-1506 piensa llevar a la imprenta una serie de anotaciones al texto de la Escritura, que venía coleccionando y organizando desde hacía algún tiempo. Parece que hasta el final de sus días siguió trabajando en ello. Así lo afirma también Martín Baños (2022: 171): "Nebrija no dio carpetazo a sus estudios sobre el texto bíblico, y hay indicios para pensar que siguió recopilando sus observaciones, con la intención incluso de llevar una nueva remesa de ellas a la imprenta". El proceso redaccional, complejo de por sí, nos llega por la edición de su Apo– logía (Logroño: Brocar, 1507), 9 donde aparece el listado de los cincuenta "luga– res de la Escritura", dispuestos en orden alfabético. A la Tertia Quinquagena no pasará el listado completo, sino que de los cuarenta y nueve "lugares" de que consta realmente, 9 no coinciden con el listado, pues algunos ya los había usado en otros trabajos (Pastor, 2013: 445-446). Los temas que comprenden podrían ser los siguientes: crítica textual; etimología; grafías; fonética; transcripción de nombres; ortografía, sintaxis; sentidos oscuros; identificación de objetos, ani– males y plantas; nombres geográficos; cuestiones teológicas; cuestiones litúrgi– cas, etc. (2013: 446). La intención, igual que había sucedido con los proyectos de Valla y Erasmo (Sáenz Badillos, 1994: 116; Pastor, 2013: 450) era la resolución de toda una amplia problemática, devolviendo el texto revelado a su sentido real. Y, para ello, recurre tanto a los escritos de la Antigüedad, como a una selec– ción de códices, o a las lenguas griega y hebrea, para descubrir el significado de palabras imprecisas. Cuestionaba las inadecuadas soluciones medievales e invitaba al lector a confrontarse con el texto griego, en aquello que no fuera claro. (Delgado Jara, 2023: 237). Es previsible que no solo siguiera la senda de los dos humanistas, sino que, de manera más concreta, tuviera delante las Ano– taciones de Valla, en la versión impresa por Erasmo en 1505, que no dejaba de 9 Antoniii nebrissensis grammatici apología cum quibusdam Sacrae Scripturae locis non vulgariter expositis, Logroño: Arnao Guillén de Brocar, ca. 1507.

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