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Humanismo bíblico-teológico en Antonio de Nebrija 73 del Renacimiento en España (1983: 133), la estructura de los comentarios será la misma que luego adoptará en la edición de las obras de Persio, Sedulio y Prudencio, por lo que ya podemos hablar de una metodología de trabajo. Se tra– taba de alcanzar una "docta pietas", partiendo de la edición de textos utilizados para la enseñanza. Describe perfectamente cuál es su intención en el prólogo dirigido a Villaescusa, obispo de Málaga, y antiguo compañero en la edición de las obras de Prudencio: "el mismo comportamiento creo que también debe mantenerse al tratar con los poetas cristianos, precisamente por no entrar en los límites del momento presente, para conocer y evitar lo que no cuadra con el más exacto uso de la lengua latina" (Nebrija, 2022: 204-205). En la carta-dedicatoria a su discípulo Juan de Fonseca da muestras de no estar muy satisfecho con dedicarse a estas tareas menores, que podrían ser rea– lizadas por cualquier otro, pero en un diálogo simulado con el prelado, pone de manifiesto la altura de aquello que se enseña. De ahí la importancia de contar con unos textos seguros, que transmitan coherentemente el ideal de vida. No se puede olvidar que sus mecenas fueron todos eclesiásticos y estaban impli– cados directamente en la reforma religiosa, que tenía puesto el acento en una determinada vivencia cristiana, conducida por una pedagogía religiosa. Esta tarea acompañará a Nebrija, incluso después de abandonar Salamanca, lo que no impide que busque también obtener unos réditos económicos, pero en la que no dejaba de existir una preocupación apostólica. Esto se pondrá particu– larmente de manifiesto cuando afirme que no se trataba solo de estudiar a las grandes figuras de la filología clásica en su época dorada, sino de hacerlo junta– mente con los autores cristianos; que, al tiempo que ayudan al aprendizaje de la lengua, proponían una forma de estar en el mundo, de tal suerte que "se oriente al servicio de una educación equilibrada en piedad y letras, y, más en concreto, en orden a la preparación de los clérigos" (García de la Concha, 1983: 141). Igual sucede en torno a 1516, cuando Brocar persuade a Nebrija para que corrija el Sancturale, tal y como estaba haciendo con las epístolas de san Pablo, que se convertirán luego en sus Segmenta. Martín Baños (2022: 269) dice que "Nebrija corrigió los textos del Sanctu– rale... y les añadió unos brevísimos scholia que no llegan a constituir un comen– tario de entidad (y que creo indisputablemente suyos)". La cuestión vuelve a poner de relieve que se trataba de un trabajo preparatorio, que ayudaría a la asimilación del ideal de vida que, en el presente caso, toma una expresión para– digmática al tratarse de la presentación de vidas de santos, por lo que no parece que fueran necesarias muchas explicaciones. Si se trataba de "vidas y pasiones de santos, divididas en lecciones" (Martín Baños, 2022: 269) se contaba con la propia tradición de la Iglesia antigua, donde las passio martyrum eran leídas
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