BCCCAP00000000000000000001764

Humanismo bíblico-teológico en Antonio de Nebrija 71 respete la piedad (Apología III, 7-10). No sería extraño que, debajo de esa crítica larvada, no tuviera también presente su formación académica en las aulas bolo– ñesas, donde la deriva gramatical no había cerrado la oportunidad de asistir a los generales de Teología. Sus apreciaciones resultan perspicaces. Se considera hijo de la Iglesia y, por lo mismo, si algo "está fuera de la república cristiana, estamos dispuestos a borrar con la lengua todo lo que hemos escrito... para que nadie piense que somos de tal terquedad u obstinación que no obedecemos a los mandatos y decretos apostólicos" (Apología XXIX, 6), de tal manera que tiene claro cuál es su rol. Ya había clarificado anteriormente que "las letras sagradas, debido a que son fecundas en espíritu divino, gozan de esta particularidad, de que con las mis– mas palabras significan muchas cosas, y a su vez las propias cosas significan otras" (Apología XXVIII, 8). Y, todo ello, le lleva a "indagar sobre estas cosas, y animar a otros a hacer eso mismo, y exhalar el último suspiro en esta única meditación" (Apología XXIX, 7). Estaba convencido de que con el conocimiento de la lengua latina se incorpo– raba también todo el mundo cultural presente en ella. El latín, conjuntamente con la elocuencia, eran las herramientas necesarias para el acceso a otras artes. El modelo lo tenía en Valla que entendía que la lengua de Cicerón era necesa– ria a todas las artes y, por lo mismo, también a aquellos que se dedicaban a las ciencias sagradas o a la Escritura. Como afirmara Alvar (1997: 79), "la doctrina lingüística se proyectó a unos fines religiosos", lo que en la península ibérica tendrá una significación especial. El hecho lo confirma el propio gramático, en la carta-dedicatoria a las Introductiones latinas (1488): Para demostrar lo que en el comiern;:o diximos, que para el colmo de nuestra felicidad &complimiento de todos los bienes, ninguna otra cosa nos falta sino el conocimiento de la lengua, en que esta no sola mente fundada nuestra religion & republica chris– tiana, mas aun el derecho civil & canonico, por el qual los ombres biven igual mente en esta gran compañia que llamamos ciudad; ... Y como este sea el primer princi– pio & entrada para todas ellas, todo lo que cerca del se yerra, aunque parece que es poco negocio, despues nos lleva a grand labyrintho de confusion, por que, como dize Aristoteles, poco error en el principio se haze grande en el fin, & en otro lugar, qu'el pecado en las puertas no es tolerable. Desta ignorancia viene que los que oy enplean sus trabajos en el estudio de la Sacra Escriptura, como no pueden entender los libros de aquellos sanctos varones que fundaron nuestra religion, digo Origenes, Eusebio, Hylario, Basilio, y de los latinos, Terthuliano, Lactando, Cipriano, Ambrosio, Augus– tino, Hieronymo, passan se a leer otros auctores que escrivieron en aquella lengua qu'ellos deprendieron.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz