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20 P. .Anselmo ele Legarda.-Morat!.n y lo vasco palabra: pudo ser primero un inocente topónimo, mancillado lue– go por la erudición brujesca y "hu.quesea" de los informadores in· quisitoriales. Pudo ser tan inocente como el "Aker -;altua" del documenlo navarro anterior a 1073, referente al Aralar (38). Con ello no intento negarles a nuestros antepasados la capa· cidad de recordar a las brujas en los topónimos: ahí está, en el siglo XIII, el Sorginarizaga de tierras de Roncesvalles, registrado por Campión (39). Volviendo a la travesura editorial de Moratín, los amigos del arte se la perdonarán en atención a que, según defiende Valde– terrazo (517), aquellas escenas de aquelarre fueron la fuente ins– piradora de los "Caprichos" y de las "Pinturas negras" de Goya. (38) Lo cita L. MICHELENA, Apellidos vascos, 2.ª ed., San Sebas· tián, 1955, pág. 125. También lo reprodujo A. LEON, en "Gure Harria" 12, 1932, 525, con ligeras variantes. (39) E11skarlalle1 (U'adciclma serie), Pamplona, 1934, pág. 79.
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