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REFINAMIENTO LITERARIO DE LA «SUBIDA DEL MONTE SION» 87 que engendra de sí a la sempiterna lumbre de quien se dice lumbre de lumbre, Dios verdadero de Dios verdadero», 285. «¡Oh, quién lo dejase todo por ir todo al todo en todo!», 430. La enumeración puede darse sin sinonimia. «Si falta oración mental frecuentada, pura, humilde, aficionada, violenta, atenta, codiciosa, cuida– dosa y ordenada, y sin tiempo y sin lugar» ... , 37. «En ésta se había de emplear siempre, sin buscar lugar, ni tiempo, ni ocasiones, ni razón (sazón?)», 41. «Con la pureza, y la paz, y caridad, y pobreza, y obedien– cia, y humildad», 186. «Y habéisla de contemplar madre de nuestra po– breza, maestra de nuestros evangelistas, doctrina apostolical, dechado de las vírgenes, y fortaleza de los mártires, y esfuerzo de confesores, y cuanto quisiéreres más», 192. Para llegar a Dios «sus prójimos con doc– trina, y con vida, y con ejemplo, obrando misericordia, y virtud, y cari– dad», 253. «Y comiendo, y andando, y obrando, y aun leyendo, y escri– biendo» ... , 374. La repetición inicial o anafórica aparece ya en la dedicatoria, donde una veintena de puntos comienzan con la conjunción Y, 25-27. Doce veces suena el trigo en un pasaje que recuerda otro famoso de Lope de Vega a propósito de San Isidro, 84. Catorce veces ocurre la voz pan, 84-85. Otras veces aparece y reaparece la figura que llaman etimológica. El ánima «sin saber el cómo crece hasta que se halla en tal manera aumen– tada que, no conociendo ella del todo su crecimiento, los otros la ven crecida», 33. «Mas la doctrina que es más clara, y más diestra, y más común, comúnmente de los que somos comunes es mucho más de abra– zan>, 44. «¿Qué llevo? Una gran carga de tierra para hacer de esta mi casa un terrado muy bien del todo enterrado, pues que tengo tanta tierra», 82. «Comienzan invocando de la Inventora de gracia el agraciado socorro con el cual merezcan ser socorridos», 184. «Podrían quebrar y requebrar algún tanto la punta del fiero clavo», 215. «Porque vuestro desamparo, oh Madre desamparada» ... , 220. «Oh, amparo y amparador, ¿cómo sois desamparado?», 224. «Es gracia que El nos da graciosamente por hacer nuestras ánimas graciosas», 292. «Sea presa y prenda al que la pren– dió», 326. De ahí es fácil el paso al juego de palabras. «A los cuentos de renta, esto es, a las riquezas sin cuento que ha recebido de Dios», 33. «Alcanzar el jinete al Unigénito», 101. «Y cuanto más ha entendido el lector en entenderse a sí mismo» ... , 114. «Estos siguientes puntos, cuyas puntas»... , 148. «Por morosa, y amorosa, y frecuentada meditación», 43. «Mentiras

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