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86 ANSELMO DE LEGARDA los unos desechados y los otros elegidos», que la sabiduría divina «escoge los unos y menosprecia a los otros con rectísima justicia», que «los vasos no tenían más unos que otros», 94. La frase conjuntiva arcaica «cada que» por «cada vez que» suena repetidas veces, 41, 112, 358, 387. Son numerosos los pasajes en que Laredo parece que hace gala de la acumulación de sinónimos. «Que se impingüen, o se engruesen, o se en– seben sus ovejas», 27. «So pena de miserable arrogancia, o soberbia, o vanidad», 42. «Disipa, y desbarate, y eche de sí los movimientos, e incli– naciones, y concupiscencias, o apetitos, o deseos de nuestra sensualidad», 173. Non diiudicant: «No disjuzgan, no distinguen o no apartan, o dividen, o no hacen distinción», 394. Como se ve, la acumulación suele ir en ocasiones resaltada por la repetición de conjunciones o polisíndeton. «Dios, que está en todas sus criaturas: en el cielo, y en la estrella, y en la tierra, y en la yerba, y en cuantas cositas crió», 171. No queremos decir que lo inventó Laredo. Ejemplos copiosos le ofrecía la Biblia. En los grupos más o menos numerosos es fácil descubrir las parejas, como en otros escritores de la edad de oro. «De aquesta nuestra Provin– cia de los Angeles, de quien vuestra señoría es propio padre y patrón, pido que aquestos papeles, con este favor y firmas, sean recebidos y aceptados», 26. «Como escarnio de los hombres y menosprecio del pueblo», 86. Diversorio pobrecito y despreciado; reverenciado y honrado; pobreza extremada y humildad abatida, 189. «Gloria y arcos triunfantes», 246. «Esta soledad y silencio del ánimo con la vigilancia y guarda», 322. «Tan tácita y sosegada, tan sola y tan escondida, 323. «Así como para comer y beber nos dispone o apareja el apetito o hambre natural con fin o con intento de»... , 394. A menudo recurre a la repetición de una misma palabra. «Que los pastores propios velen sus propias personas sobre sus propias ovejas», 27. «Por darme a entender que soy nada, y que soy hecho de nada, y que he de volver a nada», 60. «Un solo inmenso Dios, en quien y por quien y de quien se sustenta y vive e,l ánima», 65. «Por todas partes, y en todas partes, y de todas partes de lo criado», 162. «Tan barbados varones, tan tibios, tan temerosos, tan flojos y tan dignos de digna reprensión», 205. «Y los lienzos doblados sean los doblados deseos, doblados y redoblados por la industria angelical», 249. Los bienaventurados «están todos encen– didos, y lucidos, y inflamados en la lumbre que es la verdadera lumbre
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