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REFINAMIENTO LITERARIO DE LA «SUBIDA DEL MONTE SION» 85 o posesión de Dios, 252; ceto o compañia angelical, 371. Siguen influyen– do en él los textos litúrgicos cuando escribe ádipe de trigo, 85, o mestí– sima Madre, 149, o nuestro fluvio o río, 175, subcinericio cibo, pan sub– cinericio, 227. Intercala vocablos hermosos cuando nos habla de la llenedumbre de un río, 151, o del sataniego Pilatos, 209. Nos presenta, 220, a Jesús crucificado cuando ya quería expirar, esto es, cuando iba a expirar, cuando estaba a punto de expirar, donde el verbo querer más infinitivo cobra el valor de inceptivo como en otros muchos lugares de la literatura castellana antigua 5 , Metiéndonos en gramatiquerías, pronto daremos con ciertos fenómenos. Ocurren aliteraciones casuales seguramente: «Y si hay otros que sean más, esto sabe sólo Dios», 43. «Estas florecitas tales están muy poco pisadas, porque pocos dan en ellas», 88. «Porque pueda ser escrito con la grasa graciosísima de su gratísimo amon>, 113. No faltan diminutivos en -ico, de los recluidos hoy en ciertas regio– nes. «Un vasico de oro fino puro», 175. «Cogía cogollicos de retama», 319. «Mancebicos tiernos», 387. «Los hijicos del águila», 342. Parece claro tam– bién el valor afectivo. Los pronombres personales aparecen antepuestos en algunas ocasio– nes, como proclíticos. «Y por me satisfacen>, 43. «Es imposible conocer a Dios sin le aman>, 44. «Y promete de se dar», 52. Incluso con valor de exhortativo: «Antes de las particulares reglas que ha de haber, se vean dos o tres notas», 52. El relativo ofrece construcciones desusadas hoy. «Y no dice de la cruz que presenta a la memoria sola, la en que El padeció», 43. «A esto es a que nos convida», 43. «Entender quién yo soy y cúyo, y qué tengo y cúyo es», 61. «Todos los que con quien trato», 137. «En la tercera dife– rencia que puede ser visto Dios en esta vida es en el espejo sin mácula que es en el divino Verbo», 189. Hoy, aun en los textos litúrgicos, se advierten vacilaciones. Jurito a la expresión tradicional «amaos unos a otros», tropezamos con «los unos a los otros». Laredo, en una misma página, a propósito de los predestina– dos, dice que «los unos y los otros son conoscidos por Dios», que «son 5 Aduje una larga serie de ejemplos en mi artículo Expresión feliz de San Ignacio, mal interpretada, «Boletín de la Re~! Sociedad Vascongada de Amigos del País» (San Sebastián) 12 (1956) 283-295.

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