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98 ANSELMO DE LEGARDA en tan cumplida eminencia que este entendimiento flaco no puede el cuánto alcanzar, 272. Nuevas largas series en la página siguiente. Una de ellas canta a la Virgen: Esta torre de Sión, este homenaje de Dios, esta nuestra fortaleza, esta mi muy gran Sefiora, nuestra reina universal de todo cuanto no es Dios, es la torre principal de la ciudad soberana, muy más cercana a mi Dios y en gloria más sublimada, 273. Reaparece el encomio de Nuestra Señora y siguen fluyendo los versos en todas las páginas, sin esfuerzo: Mas ¿qué se podrá decir de la vela excelentísima, más que todas singular, de mejor pabilo listo y de muy más pura cera, nuestra Madre virginal?, 287. Los informes del autor, 299, sobre la mudanza del libro tercero en la segunda impresión, invitan a sospechar un decrecimiento de los octosíla– bos. Pero la lectura de las páginas de ese libro certifican su presencia, aunque sean menos abundantes que en los libros primero y segundo, sobre todo las series largas. Repárese en una linda estrofa: Se sanan vuestras heridas, y se quita la tristeza, y deshiela la tibieza del enfermo corazón, 404. Pregunta el Anima a la Sapiencia: Cuando siento sequedad por falta de devoción o tales disposiciones que no es en mano del hombre todas veces remediarlas,
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