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tAPUCHiNOS DEL ANTIGUO CONVENTO DE RENTílRtA 3 tado lo necesario para su alimento. Así lo ·refiere el P. Celestino de Añor– be en su historia de La antigua Provincia capuchina de Navarra y Can– tabria. En 1719 aparece como vicario el P. Saturnino de Ar~uiñáriz que / en años posteriores será superior del convento. Lo es en 1722 el P. José Domingo de Oyarzun. Seis años después envían como delegado al capítulo al P. Francisco de Azpeitia. A los noventa años de su fundación el convento de Rentería había levantado una buena enfermería. A eso obedece que crezca posterior– mente el número de difuntos de aquella comunidad. Allí fallecen en 1732 el P. José de Zarauz; en 1734, Fr. Francisco de Atáun; en 1737, Fr. Diego de Zarauz; en 1740, Fr. Fermín de Lacunza. En ese decenio, dos de Cizúrquil, los PP. Manuel y Bernardo, fi– guran como vicario y guardián. En 1744 nombran vicario al P. Esteban de Vera, que años más tarde será superior. En 1748 el P. Angel de Garinoain (Bernardo Pérez de Azanza) es pasante del curso de teología de Rentería. Posteriormente recorre– rá como misionero la zona de habla euskérica. En 1751 fallece en Rentería aquel Fr. Pedro de Unzué, interlocu– tor del duque de Berwick. El P. Pío de San Sebastián (Pío Quinto de Garnier) será tres ve– ces superior, desde 1766. Lo es en 1769 el P. Francisco Ignacio de Oyarzun. Como misionero figura el P. Miguel de Berástegui (Juan Mi– guel de Arambide), al año siguiente. Desde 1774 vemos como vicario y guardián, durante varios años, al P. Francisco de Fuenterrabía (Ignacio Antonio Mugarrieta). En 1777 muere en Rentería el P. Vicente de Azcoitia (Vicente La– rrañaga). Y ese mismo año nombran misionero para la zona euskérica al P. José de Puente la Reina (Martín de Santamaría). Y comienza a figurar como vicario de Rentería el P. Veremundo de Ardlano (Ra– món Anwnio de Goñi), que luego será superior una y otra vez. El P. José de Motrico (José de Urquidi), vicario en 1778, será superior en 1786. El P. Juan Bautista de Sumbilla (Juan Bautista La– rrain). vicario en 1781. Cinco años más tarde fallece en Rentería el P. Juan Crisóstomo de Asteasu. En 1789 y 1791 figura como vicario el P. Manuel de Mo– trico (José Manuel Arana). En 1790 fallece en Pamplona el P. Marcos de Rentería. Es fácil que por est::s años hubiesen oído en Rentería al predicador y misionero euskeldún P. Manuel María de Azcoitia (Manuel María Zabala), vica– rio y guardián de Vera, que a los veintinueve años, en 1767, había abandonado la marina, en la que era alférez, y había vestido el hábito capuchino. En 1792 figura como vicario el P. Pedro de Asteasu (Pedro An– tonio Urquidízar). Y allí muere en 1803.

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