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76 ANSELMO DE LEGARDA para anunciar la entrada de la reina en Lisboa (24b), o al aparecer la emperatriz (40b). Al césar Constantino y a su acompañamiento se les despide con música (4,84b). Música al aparecer el papa Paulo V (4,55b), música en el besamanos del flamante rey Jehú (4,214b). Músi– ca dentro y voces al aparecer en escena el emperador de Roma, Augus– to (4,260b). En La venganza de Tamar anuncian (4,421a) que el rey David viene entre clarines y cajas triunfando a Jerusalén ... Sálenle con bendiciones, músicas, himnos y danzas a recz'bir a sus puertas.. . Y la victoria le cantan .. . Y al punto sale David marchando con mucha música. Tocan músi– ca al aparecer el emperador Constantino (5,58a) y cuando la empe– ratriz sube enseguida a coronarle. Escarmientos para el cuerpo comien– za (5,115a) con música de todos géneros, arcabuces, trompetas, cajas, en la India portuguesa, y poco después (121b) los portugueses éntranse con música, como vinieron. Unas escenas más adelante tocan a marcha al salir los jefes de los «lusitanos invencibles, luz del blasón portugués». Hay otros acontecimientos humanos enaltecidos por la música, co– mo el encuentro de un padre con su hijo (3, 112a), el comienzo de unas oposiciones universitarias en París (4, 155b) o el momento en que se abre una cueva misteriosa con un viejo venerabilísimo (5,444b). En las aclaraciones posteriores a El laberinto de Creta (2, 132a) dis– tingue Tirso la música con instrumentos bélicos, de la música festiva. En El Aquiles (6,48) una voz femenina canta la historia de Hércules, dechado del afeminado Aquiles, hasta que tocan cajas, es decir, tam– bores, y trompetas que alteran y sacan de sí a Aquiles, y le arrancan del regazo de su esposa, mientras dice: Déjame, amores, llevar del ímpetu belicoso de la música... Bordearon el sadismo cuando cogieron treinta enemigos (5,118b) que con música festiva colgaron de las almenas. [4]

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