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REFERENCIAS MUSICALES EN EL TEATRO DE TIRSO DE MOLINA 123 (2,266b); con el salmista hebreo cante, cual cisne; ¿qué nuevo canto te iguala al cisne? (3,334a); como suele muriendo el cisne cantar, quise agora celebrar la mía (5,16ab); de un ronco cisne la pluma (7,40b). En aquella mata un nido de ruiseñores amoroso se querella fundan– do capilla en ella de naturales cantores: Orfeos son de estas selvas (1,424b); el ruiseñor sombrío ama y canta sin sosiego (1,505c); cunas de géminis ruiseñores (1,652c); aquel es el ruiseñor que con música suave a su consorte le sabe referir su dulce amor (2, 162a); preso y triste canta el ruiseñor (3,101 b ); cantan por celos los alegres ruiseñores (4, 194b); de cuya hermosa floresta son clarines ruiseñores (5, 165b); aquel ruiseñor escucha y verás que c~nto canta, amorosas quejas son //4<l (5,183b); escarmientos te propone el sol a quien salvas hace el ruiseñor, cuando nace, y huye de él cuando se pone (5,345b); Filomena por su hermana se volvió ruiseñor y tiernamente la llora dolorosa en voz hu - mana (7, 151b). Acabemos con tres recuerdos del caballo, aunque no pase por can– tor. En La romera de Santiago (5,210a) se señalan sus reacciones: Ya tasco espuma y cólera, como suele el andaluz caballo cuando escucha la trompeta. Más musical marcha en La mujer por fuerza (6,234-235): Era el caballo español, que la gualdrapa de tela quería arrojar de sí para mostrar que lo era. Parecía al son del oro, como iba tocando en ella, instrumento a cuyo son iba estampando la arena. Y en la página siguiente: Allí tan diestramente le llamaba que, al concertado son de la baqueta, el caballo parece que danzaba como si Juera oyendo la trompeta. ¡51 J
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