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122 ANSELMO DE LEGARDA Aquí los pajarillos, amorosas canciones repitiendo por juncos y tomillos, de Vos me acuerdan y yo estoy diciendo: «Si esta gloria da el suelo, ¡qué gloria será aquella que da el cielo.'» Aquí estos arroyuelos, jirones de cristal en campo verde, me quitan mis desvelos y causa son a que de vos me acuerde. ¡Tal es el gran contento que infunde al alma su sonoro acento! Juntas aparecen fuentes y aves (1,342b); cantan las aves, ríen las fuentes (2,242b); lloran la desgracia las aves, las flores, las fuentes (4,239a). En la mar sonora acecha el peligroso encanto de las sirenas (2,34b); se duerme al canto de las sirenas, que son sirenas los vicios (2,96a); ¡ay! sirena, ¿otra vez cantas? Vuélvete al mar, no me rindas (2,267b); con alma de engaños llena, os canta alguna sirena (5, 18b); canta Lope aquí por Filomena, de suerte que ya es sirena, si ave fue, pues nos encanta (6,64b). También el vino sabe cantar, «colándose el blanco y tinto, al son de aquel cla, cla, cla, apacible villancico» (4,392b). Las aves, cuando anochece, huyen, y hacen salva al día (1,342b); las avecillas cantan dulcemente (2, 162a); una avecilla, en gorjeos con– certados, compone dulce capilla (2, 162a); cantan los cantores alternan– do con las aves (4,191); los pájaros traviesos cantando villancicos (4,291); álamo esmaltado de pájaros parleros (7,110b). Toda ave a la aurora canta, el jilguero y el gorrión (1,144b); ya• <l cantó el cuquillo por mí (5,12b); alegra el cant❖ tierno de la golondri– na (7,91b). La viuda tortolilla en árbol seco vive triste y muere alegre (1,507c); con suspiros la viuda tortolilla quiebra los vientos por el bien que pier– de y, mientras las exequias le celebra, huye del agua clara y roble verde (2,304b); que llamaba la tórtola, madre, al cautivo pájaro suyo (3,101b); en la prisión de unos hierros lloraba la tortolilla los mal logrados amores de su muerta compañía (4,216ab); cantarán entonces sobre arroyos turbios viudas tortolillas llorados arrullos (7,47a). Un cisne en la consonancia, música y plumas alegra (1, 12a); los dos, el de Fernandina y Elda, dignos que canten sus hechos hispanos cisnes (1,449b); es algún cisne que canta por mí, porque cisne (?) muero (2,162b); son cisnes que cantando hoy mi muerte solicitan [50]
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