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REFERENCIAS MUSICALES EN EL TEATRO DE TIRSO DE MOLINA 121 Amón (4,409a) advertía el encanto del viento y de las fuentes. En– canto no alcanzado por el que decía en Quien habló, pagó (7,21a): En estos campos desiertos habito una pobre choza, cubierta de humildes pajas, entre cuatro peñas solas. La música de las aves que me despierta a la aurora, a quien ayudan las fuentes y el aire entre aquellas hojas de aquellos copados olmos, ni me llama ni enamora, porque no entiendo la letra, por más que las voces oiga. Malos agüeros percibe en el ave y el viento el que vuelve de lejos en Los amantes de Teruel (1,703): Todo me asombra y espanta, y pienso en estado igual que sólo para mi mal el búho nocturno canta. El viento que se entretiene ya en el sauce, ya en el pino, que es mensajero imagino que con malas nuevas viene. El agua suena una y otra vez: canta un pastor mientras murmura la fuente (2,63a); forma laberintos ese arroyuelo que suena (2,96a); las corrientes de la fuente cantan tonos naturales (4,293b); sonoro acento de la música de la fuente (4,300b). En La romera de Santiago (5,187ab), al emparejar los cuatro ele– mentos, tierra y poesía, aire y olor, fuego y amor, se añade: La música al agua imita que va con músico estruendo dulce consonancia haciendo cuando al mar se precipita. Aves y arroyos compiten en aquella espléndida introducción de El condenado por desconfiado (1,184a): [49]
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