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116 Baile ANSELMO DE LEGARDA La vida del pueblo, al menos la reflejada en el· escenario, parecía vida alegre, sin penas. Por eso cantaban y bailaban, y el regocijo se difundía por la aldea o por el valle. Los motivos eran diversos. En La gallega Mari-Hernández (1, 115b), suena música, hay fiesta en el valle: Cumpre años hoy la serrana de quien soy criada, el más lindo talle que toda Galicia tien; y su padre, que la adora, convida a la sierra ahora. Poco después (116b) bailan los serranos y serranas, mientras Domin– ga canta doce versos en la lengua del país. Escena que no era privativa de Galicia. En El castigo del penséque (1, 70b) un lacayo describe las escenas que suelen verse en los lienzos lle– gados de Flandes a España. Luego, con música y fiesta, dos damas de cardenillo ... Luego en un jardín están tres damas con un galán que tocando una vihuela las entretiene despacio ... Acullá danzan pavanas que un flamenco soleniza... La boda convidaba a comer y beber, cantar y bailar. Nos la pintan en El vergonzoso en palacio ( 1, 216c): En la aldea se desposan los dos a lo villanesco ... A lindo tiempo llegamos, desde aquí verla podemos. Ya salen los convidados; el tamboril toca el tiempo, porque a su son bailen todos. Pues ellos bailan, bailemos. Va: Perantón, Perantón... Bastaba el instrumento más sencillo para marcar el ritmo. En El [44]

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