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96 ANSELMO DE LEGARDA y un esposo hecho y derecho per omnia saecula, amén. El final, la despedida de la misa, se mencionaba con toda naturali– dad. Precisamente al final de esa misma comedia (1,43b) se nos advier– te: Diz que es tan mal pretendiente que empieza, cuando negocia, por el Ite, missa est, para acabar en el Gloria. Golosa debía de ser la que confesaba en La celosa de sí misma (1,144b): Y en los dulces, ya yo he dicho Ite, missa est a dos cajas. Nos llegan ráfagas musicales con la mera mención de dias señala– dos. En el lamento de El vergonzoso en palacio (1,207b): Que, pardiez, que, aunque el cura sabe tanto que canta un Parce mihi por do quiere, no me supo vestfr el día del Corpus para hacer a David. A la vigilia pascual nos traslada el comentario de Amar por señas (1,465a) al aparecer dos luces en candelabros de plata: El Lumen Christi cantemos: di Deo gratias, pues nos vemos. En Las quz·nas de Portugal (5,471b), al bajar un Niño que hace a Cristo crucificado, la capilla canta Christus regnat. Además de la Eucaristía celebrada en la misa, había un par de sacramentos más propicios al clima musical, como comprobaremos luego en los cantos y bailes: el bateo o bautizo y el matrimonio. Pobre pintura de la boda es la que se nos ofrece en Desde Toledo a Madn:d (1,495b): [24]

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