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94 Iglesia ANSELMO DE LEGARDA Guiados por el cura, traspasemos el umbral de la iglesia donde los personajes de Tirso de Molina escuchan distintos géneros de música, se– gún las ocasiones y circunstancias. El gracioso de El cobarde más valiente (5,42a) al moro que lo acuchilla, le dice cantando: Haga allá el hierro, señor moro, así se vea regidor de su lugar o, si· es que sabe cantar misa, cante allá en su aldea. Entre las misas cantadas descollaba una, según La celosa de sí mis– ma (1, 138c): ¡Oh!, mano más celebrada ... i'ba a decfr que una misa nueva y de aldea; mas no, que es descompuesta osadía. El color y ambiente de las misas se reflejaba en el anuncio de La vülana de Vallecas (1,55a): -Si" te casas y me dejas, tu vida y mi· sepultura celebrará amor a un ti·empo. Habrá requies y aleluyas. Aleluya sonaba a triunfo jubiloso en Celos con celos se curan (1,369b): Cuando escuché, entre músi·ca festi'va, decfr: «César duque vi·va» ... y luego todo aleluya ... En la misa se cantaban un par de voces extrañas enumeradas en Santo y sastre (3,44ab): Pz'adoso amante que abriste a las lenguas los candados [22]
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