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90 ANSELMO DE LEGARDA En la misma obra (5,204-205) «voces cantan dentro»: Preso tienen al buen conde, el conde don Lisuardo ... El romance, escuchado desde su prisión por el propio conde, va re– latando su desventura hasta el anuncio de su trágico fin: Ya levantan para el conde en la plaza su cadalso y para los delincuentes hay dos horcas a los lados. El gracioso de la comedia, criado del conde y en prisión vecina a la suya, comenta tras la mención de su horca: Cante otra vez, ruego a Dios, en galeras el bellaco... Y luego, al descubrir la proximidad de su amo, agrega: Que hasta agora que he escuchado tu suceso infausto y triste cantar a ese mentecato músz·co de Bercebú, que otra vez cante a Pi-Zatos, no supe que estabas preso en las torres de palacio. Ya he mentado aquello escena de El Aquiles (6,47a) en que «canta dentro una mujer» y echa en cara al héroe su cobardía actual recordán– dole situación similar de Hércules: En el regazo de Onfale el tebano vencedor de aquellos doce trabajos que le z·ntüularon dz·os, afeminado infamaba la pz·el del nemeo león ... En una escena de Quien habló, pagó (7,27ab) dialogan Blanca, hermana del rey de Navarra, y Estela. Dice la primera: [18]

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