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84 ANSELMO DE LEGARDA Pensamiento ampliado en El mayor desengaño ( 4, 145b) con el diálogo de la Emperatriz con Leida, la música errante: -¿Eres música.~ -Templo males con la paáencia y, al ejemplo de los trabajos míos, suspendo con acentos desvaríos. Y, como es propio efecto de la música obrar en el sujeto según sus calidades, aumentando a tristezas soledades y al contento alegría, penas, cantando, a penas añadía: que el triste, gran señora, mejor entonces canta, cuando llora. Aquellas otras dos mujeres, Tamar y Dina, dialogan de noche, en La venganza de Tamar (4,408a), antes de ponerse a cantar una en– decha al son de la guitarra: - Pues traes instrumentos, canta, que en los jardines amenos así amor su mal espanta. -Yo no tengo qué espantar, que no estoy enamorada ... Cuando yo a cantar empiezo, treguas a mis penas doy. Dame, pues, ese instrumento ... La música se inventó en alivio del tormento. «Ligero pensamiento, de amor pájaro alegre ... Pajarito que vas a la fuente, bebe y vente» ... En la misma obra (4,418-419) asistimos a las reacciones malhumo– radas del melancólico Amón. Se lo censuran suavemente: Ya darte música mandas, ya a los que te hablan, despides, y riñes a quien te canta. [12]
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