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98 eran relativamente numerosos en su ambiente. En breve, comenzó a celebrar las misas y pronunciar homilías en euskara, aunque con frecuencia necesitaba de la ayuda de algún compañero para preparar estas. También los rezos de la Comunidad los realizaban en muchas ocasiones en euskara. En esta vuelta al País Vasco todo estaba suponiendo cambios: se afeitó la barba. En una visita que giró el Superior Provincial, viéndolo rasurado, le amonestó y tuvo que dejársela de nuevo. Pero al poco tiempo se la quitó para siempre, porque para sentirse franciscano completo ya no la necesitaba. No quiero crear ningún coro: Andra Mari Tras su paso por Zaragoza, había dado por imposible la continuidad de sus estudios musicales. El Superior de la Comunidad, Gregorio Ballona, le planteó: —Deberías crear un coro parroquial. —No, ya no quiero fundar más coros –El compañero, sin embargo, le repitió la propuesta de diversas maneras y en multitud de ocasiones, hasta que al fin la aceptó. La iglesia estaba en proceso de construcción y se celebraban las misas en la cripta. José Luis, mientras acompañaba el canto del pueblo en estas desde el armonium, tenía el oído atento por si entre los feligreses observaba voces dignas de ser captadas para su proyecto. Así conoció a Mari Carmen Martínez, de una familia de txistularis, aunque José Luis todavía no lo sabía. Un domingo al concluir la misa de las diez de la mañana, la amiga con que estaba Mari Carmen le dijo a esta: —Me parece que el fraile del órgano te está esperando. —¡Mira pues! –y se acercó hacia él. —Estoy queriendo crear un coro parroquial. ¿Tomarías tú parte en él? —Estoy casada y tengo dos hijos. —No importa. Ya nos arreglaremos.
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