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93 hubo de quedarse solo José Luis a pasar la noche allí. Se levantó un gran vendaval que arrastró la tienda y la llevó bastante lejos. Por la mañana estuvo buscándola y la encontró. Tenía bien las lonas, pero los aires, de hierro entonces, estaban completamente torcidos. Cirilo el ventero, hombre de gran corpachón y fuerza le ayudó y enderezó todas aquellas varas. José Luis ha tenido siempre la capacidad de conseguir la ayuda y la complicidad de muchas personas. Así comenzó aquella pasión por Urbasa, que, con el paso de los años daría lugar a la publicación, en 2004, del libro Memorias de Urbasa 14 . Adiós a Pamplona Los años pasados en Pamplona fueron felices. Todavía conserva numerosos amigos entre sus antiguos alumnos que lo convocan para diversas celebraciones. Pero la Comunidad de frailes le dio un profundo disgusto. José Luis trataba constantemente con los jóvenes y era consciente de que las formas de relacionarse entre ellos estaban en rápida evolución. No se veía ya bien entre ellos la segregación de chicos y chicas. Y consideró que era necesario transformar la Juventud Antoniana en un grupo mixto. Lo propuso a la Comunidad y reivindicó para ello la necesidad de un local apropiado. Entre los compañeros muchos no lo vieron bien y se negaron. Entonces vio con claridad que el camino emprendido se le cerraba y solicitó a los superiores el traslado a otro lugar. Con gran pena, pues los años allí pasados habían resultado muy fructíferos y gratificantes, pero con total decisión: quería retomar sus abandonados estudios musicales. 14. Ansorena, José Luis, Memorias de Urbasa. Curia Provincial de Capuchinos. Colección OPI. Pamplona. 2004.

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