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92 El amor hacia Urbasa Las caminatas que realizaron en los años de Alsasua dejaron poso. Así, mientras trabajaba con los jóvenes de Pamplona tuvo una ocurrencia: organizar con ellos un campamento en Urbasa. Como siempre ha hecho, se le ocurrió la idea, la trabajó y la convirtió en realidad. Fray Conrado de Pamplona –Félix Etxegarai por nombre civil y profesor de varias materias en la Escolanía– tenía un hermano militar destinado en Pamplona, capitán, y a través de él hicieron un trato con el Ejército. El día del patrón de los Ingenieros, San Fernando, la Escolanía acudía al cuartel y les organizaba la fiesta: deportes, cantar la misa… A cambio, los militares les dejaban tiendas de campaña, colchones, sacos de dormir, platos y vasos de monte, cocinas portátiles… Volvieron todos encantados de la experiencia y se propusieron ir todos los años. Mi hermano mayor, Javi, mi primo Justo y yo mismo fuimos en dos veranos y estuvimos muy felices. Un solo problema grave tuvieron. El primer año José Luis había comprometido a su hermana Mari Tere para que fuera de cocinera. No pudo ir todos los días del campamento y, en las primeras jornadas, los propios frailes tuvieron que ejercer de cocineros. Aunque osadía no les faltaba, habilidad sí y tuvieron que ver cómo los chavales –¡En aquellos años!– arrojaban la comida a los cerdos con disimulo. Como consecuencia, desde el segundo año, convencieron a Emilia Travieso, madre de los miembros de la Escolanía Pablo y Miguel Ángel Larregi, para que ejerciera de cocinera y las dos hermanas más jóvenes de José Luis, Mari Tere y Amparo, fueron de ayudantes. En el campamento ponían tres banderas: la del Vaticano, amarilla y blanca; la de Pamplona, verde; y la de Navarra, roja. Las tres muy juntas de tal forma que parecían una reivindicación nacionalista, hasta que la Guardia Civil se las hizo quitar. La Vuelta ciclista a España pasó por la carretera que discurría bajo el campamento un año. José Luis tenía guardada una ikurriña , la sacó y se puso a ondearla en el borde de la carretera al paso de los ciclistas. Hasta que un motorista de la Guardia Civil se dio cuenta y le gritó: “ Padre, quite usted eso de ahí ”. Casi siempre fueron él y Fray Conrado unos días antes que la chavalería a preparar todo el montaje. Pero en cierta ocasión
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