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88 le hicieron un obsequio muy especial: un txistu de ébano y plata, construido por el propio Isidro. Con él ha ejercido de txistulari José Luis en innumerables ocasiones, en ambientes festivos y en el ejercicio apostólico, en Pamplona y en Rentería. La celebración de la primera misa fue muy hermosa. Su hermano Iñaki dirigió al coro de Schola Cantorum y llevó a los dantzaris del mismo grupo. No era entonces habitual que estos participaran en actos de este tipo. Y en un momento de la misa, los ocho hermanos Ansorena Miranda restantes cantaron la plegaria Madre de Amor y Consuelo del compositor Luis Iruarrizaga. Cerraron los actos con un banquete en el restaurante Azaldegi de Miraconcha. En la sobremesa, la Banda de Txistularis Ansorena –Isidro, José Luis e Iñaki– interpretó un pequeño concierto. No todos los caminos llevan a Roma José Luis había obtenido de sus superiores el permiso para continuar estudiando música. Le habían prometido enviarlo a Roma a seguir con estos estudios. Pero, recién ordenado sacerdote, los frailes de Pamplona se encontraron con un problema: habían destinado a Lekarotz al antiguo director de la Escolanía, Fray Carlos de Espinal, y necesitaban alguien que lo supliera. Por tanto, pidieron a José Luis que atrasara un año su viaje a Roma. Él mismo confiesa que, al comienzo no acertaba en la forma de gobernar artísticamente la Escolanía. Con el nuevo director, su nivel bajaba. Consultó sobre qué hacer y alguien le propuso pedir ayuda a Fray Francisco de Lazkano, Aita Patxi , destinado en San Sebastián. Así lo hizo y, gracias a los consejos y ejercicios que este le aportó, comenzó a entender mejor el funcionamiento de la Escolanía, que fue subiendo de categoría hasta conseguir un nivel excelente. Aunque en la actualidad pueda parecer sorprendente, a los integrantes de la Escolanía no se les enseñaba nada de lectura

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