BCCCAP00000000000000000001752

83 de Zaragoza y se juntó con él. Ambos invitaron a José Luis a reunirse en tertulia en el cuarto del Fray Antonio. José Luis casi no hizo sino escuchar: las barbaridades de los franquistas, las consecuencias para España de que Alemania hubiera perdido la guerra,… No se le olvida el comentario del Padre Donostia, que entonces casi le pareció escandaloso: —¿Qué es eso que dicen tener aquí? ¿Eso de El Pilar , el asunto ese del pedrusco? A El Pilar irían en muchas ocasiones los estudiantes a rezar ante la Virgen. También de excursión a las cimas del Moncayo , donde Valeriano Lezeta su condiscípulo donostiarra, al ver tanta nieve, se quitó el hábito y, en paños menores, se arrojó y dio vueltas sobre ella. Se acordaría largamente de la ocurrencia, pues quedó con la piel completamente quemada para una temporada. En Zaragoza tendría asimismo el primer aprendizaje como orador. De la misma forma que anteriormente en Sangüesa con la Culpa , aquí en el momento de la comida, mientras los demás compañeros permanecían en silencio debían turnarse para ofrecer sermones de temática religiosa. José Luis, empujado por su interés vascófilo, pidió permiso para ofrecer el suyo en euskara. Y sorprendentemente le fue concedido, quizá pensando en la posibilidad de que en el futuro tuviera que hacerlo con frecuencia en las zonas vascófonas. Ofreció su sermón con verdadero temor, porque no se sentía muy seguro hablando la lengua de sus padres, y en la sobremesa Fray Antonio de Ibero se acercó y le manifestó: —Con gusto daría todo el francés, alemán e inglés que sé por tener tu nivel de euskara. Tú ni eres Padre, ni eres Isidro. Padre Isidro soy yo Los tres últimos años antes de consagrarse sacerdote los pasó estudiando en Pamplona, a partir de 1951. Con la Teología tuvo las mismas dificultades que con la Filosofía: era excesivamente abstracta y se sentía mal alumno. Pero en otros aspectos vivió

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz