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que cierra la serie. A la munificencia de otro baztanés, Dr. Juan Miguel de Echenique, natural de Errazu, debe la catedral de Pamplona sus torres y fachada. Cuando el ca- bildo, amilanado por el costo de la obra, daba carpetazo a los proyectos, su arcediano de tabla, Echenique, ponía a su disposición 18.000 reales de plata, con la promesa de otros mil doblones en término de unos meses. El trascoro se labró con mármoles de Almándoz. Otro hijo de Errazu, coetáneo del Dr. Juan Miguel, dejó luminosa estela en la diócesis de Navarra: don Juan Lo- renzo Irigoyen y Dutari, nacido el año 1712, y promovido a la sede episcopal de San Fermín el 10 de agosto de 1768. Construyó el seminario conciliar y fundó el episcopal. Memorable por su amor a los desheredados y por la auste- ridad de su vida. Y digno de recordación por dos trascen- dentales proyectos que cobraron vigencia póstuma: su plan de estudios para el seminario diocesano y el llamado «plan beneficial». Publicó ambos, con los necesarios retoques, su sucesor en la sede, don Agustín de Lezo y Palomeque. Los premostratenses de Urdax venían rigiendo cuatro iglesias parroquiales en Baztán desde el primer tercio del siglo XIII. El abad nombraba los vicarios correspondientes y el prelado diocesano daba el visto bueno, al menos desde a reforma tridentina. Hasta los tiempos de Felipe ll per- teneció Baztán a la diócesis de Bayona; y desde el breve pontificio de 30 de abril de 1566 comenzaron ciertas tímidas intervenciones de la sede pampilonense. Por miedo que el rey prudente tuviera a la herejía hugonote, no podía inter- pretarse la respuesta de San Pío V como inmediata desin- cardinación baztanesa de la diócesis labortana. Hasta que llegó el hecho consumado. Huelgan otros comentarios que pueden revisarse en el folleto sobre el monasterio de Urdax (n.* 122 de la presente colección). A tenor de la real cédula de 21 de febrero de 1782, en adelante habrían de proveerse por oposición, en presbí- teros seculares, todas las parroquias. Y al obispo Irigoyen correspondió estudiar la situación jurídica y económica de cada uno de los curatos que en Baztán habían sido erigidos, como las cuatro vicarías dependientes de Urdax, en per- petuas colativas. CURVA DEMOGRAFICA Aunque lento y pausado, la universidad y tierra de Baztán va acusando un cierto progreso demográfico entre los censos de 1366 y 1427. Lo revelan los fuegos hidalgos que en una y otra ocasión contribuyen con sus florines a los donativos votados en cortes en servicio de Carlos Il y de Juan !l: Elizondo había aumentado de 25 a 53; Azpilcueta- Urrasun, de 7 a 15; Irurita, de 10 a 24; Arráyoz, de 4 a 5; Ciga, de 11 a 18; Aniz, de 8 a 10; Berroeta, con Zozaya, de 12 a 21; Garzáin, con sus parroquias, de 18 a 24; Le- cároz, de 16 a 21; Arizcun, que en 1366 pagaba por 22 vecinos y Errazu por 11 y Almándoz por 9, no constan en los fuegos de 1427. Al margen de cierto espíritu xenófobo, que parecen rezumar viejos usos y costumbres, hubo en aquella baja —26—

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