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Durante las guerras civiles del siglo XIX su suerte fue varia y dispersa; pero unos y otros, Oráa y Mina entre los liberales, y Zumalacárregui y Sagastibelza, entre los carlis- tas, consideraron el dominio de la tierra baztanesa como baza decisiva en el tablero militar. Desde Elizondo cursó su mensaje a toda la nación espa- ñola don Carlos (12 de julio de 1834); por salvar a Elizondo de la hostigación artillera, el mariscal Espoz y Mina mandó fusilar a algunos heroicos vecinos de Lecároz (Meoqui y Goñi entre ellos) y entregó el pueblo a las llamas (marzo de 1835). Martín Luis Echeverría, alcalde y capitán a guerra del valle, fulguró como brigadier carlista. Espoz y Mina arrestó a su madre, la encerró en las cárceles de Pamplona, pidió 14.000 ducados de rescate, y, ante la negativa del guerrillero, en ellas la dejó al resignar el mando. RUTAS DE IMPERIO Con más admiración que fuste histórico pudo labrar Lope de Vega aquellas octavas triunfales en que exalta las proe- zas de los cien baztaneses durante la primera cruzada. No consta de su participación en ella; pero el halo de su fama era destellante. Si no acompañaron a Godofredo de Bouillon, en lucha contra la morisma se cubrieron de gloria por los campos de Baeza y de las Navas, don Juan, don Gonzalo, don Rodrigo, don Fortuño, don García de Baztán. Y en aguas de Lepanto y a las órdenes del marqués de Santa Cruz, descendiente de los Jaureguízar, sucumbieron heroicamente dos preclaros Ytúrbide, hermanos del alcalde perpetuo de la universidad y noble valle de Baztán. Años antes y por tierras del Caribe (1543-1556) el noble Pedro de Ursúa asombraba por sus temeridades a indigenas y colonizadores. Asesinóle Lope de Aguirre en las riberas del Marañón (1561). Procedía del palacio de los Ursúa, en el barrio de Bozate (Arizcun), ese barrio que llamaron maldito, por unos agotes que fueron gafos no de enferme- dad o dolencia, sino de etnia: una extraña filtración racial. La época de máxima proyección baztanesa en la historia peninsular es indudablemente el siglo XVIII. La misma villa y corte parece ser su feudo. Por su preponderancia finan- ciera cebóse el «Duende» bilioso en los Goyeneche, Uztáriz, Iturralde, Arizcun, con todo el pésimo gusto que revelan versos como éstos: «pero a todos tres la Burra Capada les vino a salir». Los Goyeneche, con el patriarca Juan, natural de Ariz- cun, tesorero de la reina Isabel de Farnesio, fueron la mayor potencia financiera. Juan de Goyeneche, protector de los Churriguera, fundador de Nuevo Baztán, asentista de la real armada, proveedor de los reales ejércitos, fabricante de vidrios, paños, antes, gamuzas y sombreros, fundador del primer periódico español, «La Gaceta» de Madrid, y amigo calificado del P. Feijóo, cumbre enciclopédica de su tiempo. Vinculóse a su casa el marquesado de Ugena en don Juan Francisco de Goyeneche, sobrino de don Juan el viejo. Con ellos colaboraron sus parientes, los Gastón de lriarte, ss Ml ins

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