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cionales, de los que pueden mutuamente beneficiarse las comunidades fronterizas. Se firmaron convenios, los unos llamados perpetuos o por tiempo indefinido, y los otros por largos períodos de diez a dieciséis años, que, si no había surgido algún grave contratiempo, solían renovarse por mutuo acuerdo entre los respectivos alcaldes. Desde el tratado de límites de 1856, continúan vigentes, previos retoques centralistas, las face- rías de Roncal-Baretous, Salazar-Soule, Aézcoa-Cize. Las de la cuenca Baztán-Bidasoa con sus vecinos labortanos (Baz- tán con Sare, Saint-Pée, Ainhoa, Espelette, Itxassou, Bida- rray, Baigorry; Echalar-Sare; Vera con Sare, Urrugne, Biria- tou) se firman por cinco años y en profundidad no superior a los 5 kilómetros, a partir de la frontera. Hoy apenas ofrecen aliciente, por mengua en la compascuidad y por la mayor tendencia a la estabulación, salvo en el ganado lanar. Baztán ha estado varios años sin renovar sus facerías. Su cabaña se ha ido reduciendo durante los últimos años. Desde 1958 a 1972 los descensos que hemos podido com- probar son los siguientes: lanar, 34.581-19.902; vacuno, 4.202-2.955; caballar, 1.328-665; de cerda, 3.893-1.890; asnal. 526-138. El llamado ganado de labor va siendo sustituido por tractores, 20 en total. Y muchos caseríos de huerto fami- liar, prado y pastizal, van cerrando sus ojos por el vaho del moderno acontecer que los ciega. VIZCONDADO BAZTANES Parece, por lo que antecede, que Baztán fue en todo tiempo una comunidad democrática, libremente regida por sus vecinos, sin otro señor que Dios en el cielo y un rey pactista en la tierra. Cruzan sin embargo por el cielo de su historia ciertas ráfagas extrañas que dejan el alma en vilo. Escribió el historiante (más que historiador) J. Jaurgain, que. Sancho el Mayor fundó, al mismo tiempo que el vizcondado de Labourd, los de Arberque, de Baigorry y de Baztán. Parece inspirarse Mr. Jaurgain en el perínclito Oihenart, el cual asegura disponer de mil testimonios antiguos (pluribus ve- tustis monumentis) sobre la existencia de un vizcondado baztanés, dependiente del conde de Gascuña. Lástima que silenciara esas pruebas. Quizá puedan ras- trearse en sus papeles manuscritos en la Biblioteca Na- cional de París. Entre tanto, la única ratificación que po- demos aducir es la de un documento tardío: el cartulario del cabildo de Bayona o Livre d'Or, no anterior al siglo XIV. Refiérese en él, que se riñó ruda y prolija contienda sobre la iglesia de Maya y los diezmos de Baztán «inter Baionen- sem ecclesiam et P. FORTUIN, VICECOMITEM DE BASTAN» (hacia el año 1143). Este Pedro Fortúñez de Baztán debe de ser hermano y presunto heredero en el vizcondado de Baztán, de aquel insigne Essemen o Ximeno Fortuñones que se halló en el cerco de Bayona, cabe Alfonso | el Batallador (año 1131), y que en 1119 había firmado como testigo la donación hecha por el propio Batallador a Santa María de Pamplona. Arnaud-Loup, obispo de Bayona, excomulgó a Pedro For- q a

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