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gazapo. Apenas si despiertan sus escopetas con las aves de pasa (palomas en octubre y patos y avutardas en in- vierno) y al vuelo fulminante de alguna incauta becada. COLECTIVISMO ALODIAL «Et la tierra et términos de Baztán comprhende et son inclusos los logares, casas, piezas, montes et heredades universalmente et en comun a toda la tierra, sin que hayan terminos propios los logares, salvo sus casas, piezas, bus- talizas et heredades, dehesas et vedados, para sus bueyes et ganados en cierto tiempo». Esta declaración solemne, e HA N===-=>_ = A M ia hecha por la universidad de la tierra de Baztán frente a las pretensiones quinteras de la corona, recibe su más genuina interpretación en las propias Ordenanzas. Baztán, a diferencia de otros valles pirenaicos, como Salazar, Ron- cal, Aézcoa, ha conservado a lo largo de toda su historia, hasta el día de hoy, aquéllo de formar «un concejo, un lugar, una cassa solar, huerta, vecindad y jurisdicción», un todo indivisible. De su origen pastoril procede, como en otras entidades análogas, la comunidad de términos. Sus dólme- nes (de hacia el 2.000 antes de Cristo) plantados en la proximidad de los seles o bustalizas, parecen confirmarlo. Así al menos lo entendieron el doctor Pericot en su estudio sobre la megalítica pirenaica y don J. Miguel Barandiarán en su ensayo sobre el hombre primitivo del país vasco. Lo extraño de su organización administrativa ha sido su persistencia, su atavismo sin rival en todo el reino de Navarra. Sus pueblos carecen de términos o tierras propias. ¿Y sus vecinos? Puede barruntarse que los cultivos se intro- dujeron en el valle de Baztán por tribus indogermánicas de o

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