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Aldudes. Porque ni se respetaron las conferencias, a nivel de embajada, de 1614-1616, cerradas por un convenio inter- nacional; ni admitieron los baigorrianos ni el parlamento de Pau el tratado de 1785, firmado en Elizondo por los marisca- les don Ventura Caro y el conde de Ornmano; ni valieron las protestas que en 1830 dirigió el conde de Ofalia al go- bierno francés. Por el fatídico tratado de límites, firmado en Bayona el 2 de diciembre de 1856, se perdió el Alduyde septentrional y aun se concedió en el meridional, a nues- tros vecinos franceses, el aprovechamiento perpetuo de pas- tos, hierbas y aguas, por el mísero canon anual de «8.000 francos o sea 34.000 reales de vellón, moneda española, a razón de 19 reales de vellón por 5 francos» que habrían de pagarse a los valles de Erro y Baztán: al primero el 56,60 %, y al segundo el 43,40 %,. Por pastos que hoy se valoran en más de seis millones de pesetas, pudo conseguirse, tras la- boriosas gestiones diplomáticas, que se pagaran 100.000 pe- setas anuales de arrendamiento. Era alcalde don Gerardo Plaza y secretario don Juan Arricivita. No cesan los empe- ños por racionalizar un tanto aquellas ominosas condiciones concertadas por los hijos de la vicalvarada con el empe- rador Napoleón lil. En la Memoria que precedió al tratado de Bayona, reco- mendaba nuestro ministro de estado que el mejor dique contra nuevas invasiones era «ofrecer a aquellos franceses las concesiones de la propiedad de todos los terrenos que habían usurpado». Declaración bastante diáfana para entre- ver la causa fundamental de nuestra catástrofe aldudana: en tanto que baztaneses y gentes de Valderro reducían el ejercicio de sus derechos prediales sobre aquellos montes a algunos hatos y rebaños, a innúmeras protestas por los avances de sus fronterizos y a tal cual batida a escopeta y palos, construían los pastores, habitantes y moradores de ultrapuertos, bordas bien empedradas; cerraban y acotaban seles y fenerales; levantaban viviendas permanentes y ter- minaban por la formación de poblados como los de Banca, Urepel y Aldudes dentro de los términos asignados a la corona española por el acuerdo de 1616. Pudieron exagerar el noble mariscal don Ventura Caro, y posteriormente nuestro ministro de estado, cuando en sus respectivos informe y memoria achacaron a las orde- nanzas de Baztán y de Valderro aquella pérdida territorial. Quizá con menos alergia hidalga a las nuevas vecindades y menos enconchamiento en el soneto de los 14 pueblos, habría llegado a invadir aquellos collados una cierta euforia demográfica, que frenara a tiempo el empuje decisivo y constante de los baigorrianos. ¿TIGRES EN BAZTAN? El valle de Baztán es una brecha pirenaica, blandamente abierta desde Velate a Otsondo, con largas estribaciones y. se desperezan ladera abajo hacia Urdax y Zugarramurdi, esde Atxola o Achuela y Alkurruntz, hasta topar con el bastión de Peña Plata. Zona es ésta en la que, tal cual invierno, se aventura receloso algún que otro jabalí. Jayanes de este valle apacible, el Sayua (1.420 m.) con el collado de Artesiaga hacia Zubiri: Peña de Alba (1.075 m.) 2

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