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ni se extingan mis pesares si yo no dijere quedarme por entero a merced vuestra. Valará No cesaré de cantar a mi dama. Que un amor inquebrantable roba mi pensamiento. Valará! Modelo del «trovar ric», aristocrático y preciosista, es aquella canción que elogiara Dante por sus bien cincelados versos: De bone amor vient seance et bonté Et amors vient de ces deus autresi... Amor, sensatez y bondad forman una tríada indestruc- tible. Con los ojos y belleza de mi amada, Dios iluminó al mundo. El más claro mediodía del más esplendente ve- rano es noche ante ella, Hirióme con un dardo. No hay médico que me pueda sanar. Sólo ella puede arrancar el astil de la saeta, mas no el hierro, que se quebró dentro de mí, cuando me asestó el golpe. «Señora, no he otro mensajero que enviaros, si no es mi canción, que bien la podéis cantar». Quizá significó Teobaldo en estos últimos versos que le enviaba letra solfeada, En todo caso, son varios los manuscritos que contienen la canción con sus neumas. En la misiva a su amigo, Teobaldo de Blazon, senescal de Poitou (muerto entre marzo y diciembre de 1229) dice- le que con trovas y música del conde Teobaldo podrá can- tar a su dama: Chancon, va tien tost et di a Blazon, a mon ami, qu'il te face chanter, Nul ne puet acheter Les biens qu'Amors set donner. (No hay riqueza con que comprar la dicha que procura el amor). A eN JR a | nn A al Ea > A AI
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