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enamorado que aventó la Revolución en el asalto a la Iglesia dominicana de Provins, Nuestro Fuero General en su obituario (Linage de los Reyes Despayna) sólo para Sancho el Sabio y Teobaldo tiene un elogio por su respeto a nuestras instituciones: «Anno Domini M*CC*LHH VIH? idus iulii obiit apud Pampi- lonen dignus memoria Teobaldus, serenissimus rex Nava- rrae et comes Palazinus Campaniae atque Brie, cuius cor- pus Pampilone conditum est honorifica sepultura, qui in elevatione sua forum i¡uravit et melioravit». El día 8 de julio del año del Señor de 1.253 falleció en Pamplona Teo- baldo, de buena memoria, rey serenísimo de Navarra y conde de Champagne y de Brie, cuyo cuerpo fue deposi- tado en espléndido mausoleo y que, en el ejercicio de su dignidad, juró y mejoró el fuero». Los enemigos de Teobaldo, que se cebaron en él aun con las más groseras calumnias, no hallaron tacha ni en su música ni en su poesía, Un tal Engles, anónimo por lo demás, decía de su corte, con fácil juego de palabras, que era «courte de courtoisie, courte de prix, courte de dons, cour plus courte qu'on ne saurait le dire», es decir: corte falta de cortesía, cicatera en premiar (a los trova- dores y juglares), roñosa y tan corta que no hay palabra con que encarecerlo». Y Peire Guilhem de Tolosa, al sor- prenderle entonando trovas religiosas, se limitaba a burlar- se de él, porque, ya viejo, no podía recrearse con la dama por la que antaño hiciera tales proezas, ni sabía cantar más que salmos penitenciales, Su fama de poeta ingenioso y refinado pareció eclip- sarse con los primeros pujos renacentistas; pero volvió a resurgir en los días del romanticismo. Había en Cham- pagne y en su propia familia una tradición relevante del espíritu y la gracia trovadorescos. María de Champagne, ebuela de Teobaldo, había inspirado e impulsado a Chrétien de Troyes en su «Lancelot o el caballero de la carreta», fascinante novelita del amor esclavo, de aquel «amor cor- tés» definido por un código y unos tribunales, Era hija María de Champagne de Leonor de Aquitania, reina suce- sivamente de Francia y de Inglaterra, nieta del primer gran trovador, Guilhem de Peithieu, IX duque de Aquitania y Vil conde de Poitiers, culta protectora de Bernardt de Ventadorn, el trovador exquisito de la lírica amorosa, y principal promotora de las llamadas «Cortes de amor». Sobre este entretenimiento de la aristocracia feudal escribió a finales del siglo XIl el llamado «Andrés, el ca- pellán» su «De arte amandi» o tratado acerca del amor. En tres capítulos describe el CODIGO DE AMOR: 1) teo- ría de la cortesía; 2) preceptos de amor; 3) normas del amor, Unas damas de Gascuña, la reina Leonor de Aqui- tania, su hija la condesa María, Alix, hija de Teobaldo !l de Champagne y tercera mujer de Luis VIl, Isabel de Vermandois, vizcondesa de Flandes y Ermengarda, vizcon- desa de Narbona, van dictando sus sentencias, de acuerdo con dicho código, en XXI arbitrajes, que, si no sientan jurisprudencia, dan testimonio del triunfo de la mujer, o

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