BCCCAP00000000000000000001750

que parezca, de las mismas fechas de la chamusquina de herejes son algunas de sus mejores canciones de amor - SS de la colección Tarbé y la 56 de la de La Rava- ¡iere). Cuando Teobaldo decide por fin la partida hacia Santos Lugares, aún no se han puesto de acuerdo Grego- rio IX y los caballeros cruzados sobre los fines de aque- lla empresa: mientras el romano pontífice, conmovido por los clamores de Balduino de Courtenay, juzga lo más ur- gente salvar el reino latino oriental de las ambiciones bi- zantinas, opinan los jefes de la expedición que lo apre- miante es salvar la tregua sarracena firmada en 1229 por Federico ll, aunque se hallara en guerra actual con los estados pontificios. Parece que de entonces datan aquellos versos: 2 Au tens de felonie D'envie et de traison, en que Teobaldo alude a una excomunión, que tanto puede ser la fulminada contra el emperador alemán, como la que trajo prevenida Alberto de Bohemia contra los que rehusaran secundar los planes pontificios sobre la defen- sa del imperio latino. «En un tiempo de felonía — de envidia y de traición — de injusticias y desdenes — sin piedad ni cortesía — que se lancen excomuniones — cuando nosotros, próceres — dueños de tales destinos — hemos a todo renunciado — bien merece una canción». Aunque tan nobles motivos lo impulsen a tierras lejanas, duele a Teobaldo profundamen- te separarse de su amada. Mil veces habría preferido quedarse que partir hacia Palestina: Dame, moi couvient remaindre, De vous ne me quier partir». «Señora, yo debiera quedarme; no quisiera separarme de vos». La misiva es para Lorent, a la cual pide que no se deje seducir por otros amores, pues QOu'en lui avroit faus mentir! sería una villana traición, Gregorio IX pareció fiar más de la fidelidad de Teobal- do a la Santa Sede, evocada por Alberto de Bohemia en Lyon, que de sus compromisos político militares. Tomó bajo su amparo la persona y bienes del conde y de sus outros caballeros cruzados y destinó a aquella expedición cuantiosos donativos de las iglesias de Francia y del clero navarro, más el importe de préstamos recibidos por Teobaldo y no reintegrados: los arrancados a los judíos de Champagne, porque no pudieron ser habidos sus dueños a la hora del pago y los recabados de tres burgueses ro- manos, a los que solamente había devuelto 4.800 libras en 1238. Aquel lírico andariego, Teobaldo | de Navarra y IV de Champagne, sentía estremecerse todo su ser por la gran- deza religiosa de su empeño y por el desgarrón sangrante de su despedida. Si en una de sus canciones, Seigneurs, sachiez: qui or ne s'en ira, fustiga a los poltrones y hogareños, que por comodidad y por cuidar de su mujer y de su hacienda, renuncian a empresas divinas como aquélla, en otra, Dame, ensi est qu'il m'en couvient aler, llega a maldecir de la misma existencia de las tierras ul- PP

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz