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Premióle su majestad con la llave de gentilhombre de cámara, y con el cargo de director general de infantería es- pañola (28 de julio de 1750). Y por la real cédula de 26 de agosto de 1754, plugo a su real ánimo conferirle, en atención a su brillante historial, el de secretario de estado y del despacho universal de guerra, con retención de los empleos de director general de infantería y de capitán ge- neral de Andalucía y costa del mar océano. No solamente dependían de él todo el personal y mate- rial y cuarteles de las tres armas de infantería, artillería y caballería, sino la concesión de hábitos de órdenes y la provisión de gobiernos y corregimientos señalados en diver- sas cédulas reales. La designación de Sebastián de Eslava para ministro de la guerra (que a eso equivale el de secretario del despacho universal de ese ramo) se hizo en circunstancias especial- mente delicadas. Continuaba la pugna internacional, aunque no en guerra rota, de Inglaterra y Francia; había muerto en abril de aquel año 54 el ministro de estado, marina, ha- cienda y guerra e Indias, José de Carvajal y Lancaster, su- puesto amigo de Gran Bretaña; y por las intrigas del em- bajador Keene, había sido escandalosamente destituido el eficacísimo marqués de la Ensenada. Fernando VI distribuyó la herencia de Carvajal entre Julián de Arriaga, que desem- peñó la cartera de Indias hasta su muerte (1776); el con- de de Valparaíso que se encargó de la secretaría de ha- cienda; y Sebastián de Eslava, al que se confió la secre- taría de guerra. Inglaterra y Francia forcejearon por atraerse a Fernan- do VI, cuando rompieron hostilidades (Guerra de los Siete Años, 1756-1763): la una ofreció Gibraltar y la otra Menor- ca. Nadie pudo arrancarle de su neutralidad, pese a la reac- ción hostil de Inglaterra en la captura de nuestros barcos de registro del comercio americano, Prefirió el monarca es- pañol limitarse a protestas diplomáticas que algún día co- brarían su saldo. Mas, si fatigado estaba de guerras, no me- nos lo estaba su ministro Eslava, que le prestó la más ge- nerosa colaboración en sus proyectos de paz. De ella go- zaba España cuando a ambos sorprendió la muerte el mis- mo año de 1759: a don Sebastián de Eslava el 21 de junio; y a su majestad católica, el 10 de agosto. En diciembre de 1759 entraba Carlos lll en Madrid, An- tes de presentarse a las Cortes y cuando apenas se había estrenado en la política española, creaba (el 18 de marzo de 1760), el marquesado de la Real Defensa en don Gas- par de Eslava y Monzón, hijo de don Francisco Martín y Lasaga, como perenne homenaje de gratitud nacional a don Sebastián de Eslava y Lasaga.

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