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milas que sombreaban con sus flechas las márgenes del Magdalena; los «bárbaros motilones» de Maracaibo y los guajiros de Riohacha. Estos últimos venían siendo tan incó- modos por sus ataques improvisos, y por su comercio clan- destino, que en la Instrucción entregada a don Sebastián de Eslava el año 1739 se le proponía el trasplante de toda esa población a la isla de Santo Domi o a la de Cuba, en donde por analogía de clima y de cultivos no adolecería su salud ni, por la situación geográfica, podría inquietar su trapicheo. Eslava resolvió el rompecabezas cultivando la amis- tad con los caciques principales, singularmente con el más destacado, don Cecilio de Sierra, y respaldando eficazmen- te la acción misionera del obispo de Santa Marta, fray An- tonio Monroy y Meneses. Logró contener en sus depreda- ciones a los indios chimilas. Y por el bien de la paz, di- simuló el nombramiento que el gobernador de Maracaibo había hecho en don Gabriel Gutiérrez de Cabiedes como ca- pitán de milicias de una expedición contra los «indios bár- baros motilones», pues que el nombramiento era de su competencia. SECRETARIO DE ESTADO Y DEL DESPACHO UNIVERSAL DE GUERRA Con el alférez de navío, don Antonio Posadas, recibió Sebastián de Eslava la noticia de la paz de Aquisgram, aun- que la confirmación oficial no le llegó hasta julio de 1749. Por orden de S.M. hubo de continuar en Cartagena en tanto se despachaban con los navíos de guerra Dragón y Sagrada . Familia, procedentes de la Habana, los caudales de regis- tro, intereses de real hacienda y gente de tropa con sus oficiales. Se cargaron nueve millones seiscientos mil pesos en moneda acuñada; 1.500 zurrones de cacao y multitud de alhajas de oro y plata, esmeraldas, piedras y otros efectos, bienes de particulares principalmente. Por reales cédulas de 30 de marzo y de 22 de abril de 1749 se accedía a su petición de relevo y se le nombraba, en premio de sus méritos, capitán general de las costas del mar océano en el reino de Andalucía. Mas por otra de 3 de julio del mismo año, de acuerdo con las llamadas leyes mu- nicipales o de Indias, se mandaba abrirle juicio de residen- cia, que se encomendó al teniente coronel de los reales ejércitos, don Miguel de Santisteban, Por oficio que firma Eslava en Cartagena el 9 de febrero de 1750 nombra como su apoderado a Antonio de Berástegui, oidor de la real au- diencia de Santa Fe, y en su defecto, al baztanés Martín de Sarratea y Goyeneche, contador interino del tribunal ma- yor de cuentas de la misma ciudad. No se presentó cargo de substancia, ni privado ni público, contra el residenciado. Entrevistóse en Cartagena largamente con el marqués de Villar, José Alfonso de Pizarro, sucesor en el virreinato. Y el 23 de febrero de 1750 embarcó en el navío de guerra América, gobernado por el comandante Francisco Cumplido. Desde Cádiz pasó a palacio, a besar la mano de su majes- tad, Fernando VI, honor que solía diferirse hasta la reso- lución, por el consejo de Indias, del juicio de residencia. Pero Sebastián de Eslava era el héroe superviviente de la gesta de Cartagena. cen Ml cios

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