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Lejanía tan espaciosa tuvo sus inconvenientes, unas ve- ces por razón de competencia jurídica y otras por lentitud en las resoluciones. Se refleja en la mutua corres- pondencia entre Cartagena y Santa Fe: quejas del virrey porque la real audiencia se había arrogado la facultad de confirmar nombramientos de cargos en villas y lugares que carecían del derecho de elección; y por haber mandado en- tregar «la excesiva cantidad de cien quintales de azogue (mercurio) », al minero Alonso Chacón, para beneficiar los metales descubiertos en las vetas de Pamplona, cuando el conocimiento de los registros y trabajos de minas era de su exclusiva competencia; y disgusto de los magistrados de Santa Fe por la tardanza de Eslava en decidir sobre las nóminas de los candidatos a regidores de ciertas villas y ciudades y por el apoyo que dio a Enrique de Montefrío en la aprobación de cuentas del tiempo en que había sido oficial real interino. Por un sentido humanitario, para ahorrar días eternos de cárceles y de pleitos inacabados, trató Eslava de agilizar los asuntos forenses. Nombró por juez de provincia a don Joa- quín de Aróstegui; conjueces en causas civiles y crimina- les a don José de Peñalver, al Dr. don Nicolás Dávila y al Dr. don José Joaquín de la Rocha; por jueces de cuentas a los señores Andrés Verdugo, Joaquín de Aróstegui y Fe- lipe Antonio López; y autorizó a unos y a otros a susti- tuirse en su comisión respectiva, por ausencia o enferme- dad, pues no halló otros sujetos de que valerse. Pero en todos los casos debía dársele cuenta de lo resuelto, como a su presidente nato. No tanto por razón de jurisdicción como por sentido je- rárquico, protestó contra el cabildo catedral de Bogotá, que había permitido se incensara durante la misa a un antiguo oidor de la real audiencia, cesante en su cargo, «cuando el ceremonial y leyes del Real Patronato repugnan se prac- tique esta ceremonia con otro que no sea el vice patrono, cuya autoridad unicamente reside en mí» (Eslava al Vble. deán y cabildo). GUERRA AL CONTRABANDO Desde que la escuadra del almirante Vernon abandonó la rada de Cartagena, el virrey, gobernador y capitán gene- ral don Sebastián de Eslava se afanó por aliviar los zarpa- zos de la guerra y destruir ciertos inconvenientes de la paz. Pidió a S.M. técnicos y material de fortificación; y S.M. le envió galeones bien provistos y técnicos que levantaran pla- nos y dirigieran las obras de baluartes y baterías. Fue uno de ellos Juan Bautista Mac Evan, con el cual colaboró el también ingeniero teniente coronel Arévalo, que había llega- do con Desnaux en 1740. A la muerte de Mac Evan conti- nuó Arévalo las obras de reparación hasta los gobiernos de Guirior y Flórez; prolongó el dique para cerrar Bocagrande, erigió dentro del mar las instalaciones de la batería de San José de Bocachica, sobre un fondo marino de dos va- ras y media de profundidad, con ocho bóvedas para habi- taciones y almacén; concluidas las obras de Bocachica, le- vantó nuevos planos y realizó los baluartes de la Merced, Santa Catalina, Santa Clara y la plataforma de ballestas. El aa

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