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VIRREY DEL PERU Con la retirada de la escuadra inglesa, parece debían vaticinarse días de tranquilidad para el Nuevo Reino de Granada. Pensó Eslava que, cumplida ya su misión, podía pedir el relevo, no por simple comodidad, sino por exigen- cias de su salud quebrantada. La majestad de Felipe V opi- nó en cambio que bien merecían sus gestas un buen ga- lardón; y por real cédula dada en Aranjuez el 22 de junio de 1743, se le expidió la «Instrucción que ha de obser- var Sebastián de Eslaba en el Virreynato del Perú, que se le ha conferido». Constaba de 73 artículos o disposiciones. Eslava renuncia a uno y otro cargo, al que estaba ejer- ciendo y al de nuevo nombramiento, Felipe V acepta la se- gunda renuncia, no la primera, Se le dispensa del gobierno del Perú; mas no del que estaba desempeñando en el Nue- vo Reino de Granada. No parecía oportuno mudar mandos que se habían mostrado tan competentes, en un virreinato apenas restablecido y en unas circunstancias internaciona- les no diversas de las hasta entonces vividas; puesto que España, aliada con Francia, se había enredado en nueva guerra contra Inglaterra y Austria, la llamada de la prag- mática sanción. Si fue por la ambición maternal de una reina, Isabel Farnesio, o por el honor nacional comprome- tido en Gibraltar y Menorca, o por lo uno y lo otro, nada le hace. La realidad bélica era condicionante insoslayable. Y como el conflicto se prolongó hasta 1748 (paz de Aquisgram) el virrey Eslava ni regresó por entonces a su patria, según su deseo, ni siquiera se movió de Cartagena. Escribe a la real audiencia de Santa Fe: «Me parece será bastante saber que siendo mi ausencia de esa Capital no voluntaria, sino por cumplir con la orden de S.M. que me ha mandado residir en esta Ciudad para atender a su de- fensa y de estos Dominios...». Afirmación que vale para toda su etapa virreinal, porque se vuelve a reiterar la real voluntad en otras ocasiones, como por la real cédula de 24 de diciembre de 1744. As Pa —— — — 7 nn,