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- puentes, alcantarillas y calzadas del camino real de Honda, cobrara a los alcaldes y regidores del cabildo las multas que S.E. había impuesto por no haber cumplido sus órde- nes, reiteradas en oficio de 29 de noviembre de 1740. Mérito relevante de Eslava fue el impulso que dio a las vías terrestres de comunicación y que ninguno de sus su- cesores olvidó imitar. En regiones tan dilatadas y de acci- dentes geográficos tan abismales, condenados a continuos desprendimientos, un buen sistema arterial no sólo vivifica el tráfico mercantil, sino que es indispensable para el sim- ple gobierno político. Aún hoy palpitan graves problemas de uno y otro orden por razones viarias, pese a las nume- rosas flotas aéreas (más de 30 firmas solamente en Co- lombia), que realizan el servicio interior. Para los sitíados de Cartagena el mes de abril fue par- ticularmente angustioso. Vernon había logrado batir el cas- tillo de San Luis de Bocachica por mar y tierra. El día 4, mientras Eslava y Lezo conferenciaban a bordo del Galicia, sobre la necesidad de abandonar la posición de Bocachica, una bomba cayó en la banqueta que les servía de asiento; hirió a Eslava en el pie y a Lezo en el muslo y en la mano izquierda, única que le quedaba. Por fortuna ni uno ni otro se vieron abligados a retirarse. Y aun lograron defender la entrada del canal durante 17 días, como si no mellara el incesante bombardeo. Eslava, con objeto de obstruir el canal, mandó barrenar seis barcos mercantes y los cuatro navíos de guerra. Al San Felipe hundieron las granadas del inglés; el Galicia cayó en su poder con el comandante don Juan Jordán y el capitán Lorenzo de Alderete, Entre hurras de victoria inva- dieron los enemigos la bahía exterior. Vernon despachó a Londres el buque de guerra Spencer con la insignia del Ga- licia. Se acuñaron nuevas medallas conmemorativas por la supuesta toma de Cartagena. The Spanish pride pulled down by gro ral Vernon. Y al reverso: Heroes took Carthagena. April 1741. Quizá se habían precipitado los banqueros de la city. Aún quedaban fortines como el de Manzanillo y Santa Cruz y el de San Lázaro (o San Felipe de Barajas) y sobre todo el espíritu combativo de la guarnición y del vecindario. El pundonoroso don Blas de Lezo opuso cierta resisten- cia a la orden del virrey. No quedaban de su escuadra sino el Conquistador y el Dragón. Le dolía verlos sucumbir sin lucha ni gloria. Pero tuvo que obedecer por su menor rango jerárquico. Eslava se vio precisado, por disciplina, a noti- ficar el incidente al ministro de Indias, de marina y guerra. Negro borrón en la brillante hoja de servicio del marino gui- puzcoano, Felizmente no le alcanzará en vida. Seis navíos ingleses de línea y otros menores lograron surcar el canal de Bocachica, después de haber arrasado el Manzanillo y el Castillo Grande. Vernon comenz a de- sesperar, porque los sitiados no desfallecían, sino que desde nuevas líneas de repliegue replicaban con eficacia, en tanto que aquella terrible enfermedad antillana del cólera morbo iba diezmando sus efectivos. Los asaltantes consiguieron in- troducir en la bahía interior dos fragatas y dos bombardas con morteros. Y desde el 12 de abril comenzaron a lanzar sobre Cartagena a razón de 4 bombas cada cuarto de hora, durante el día, y una cada media hora durante la noche. La población civil se había refugiado en el barrio de San Diego, hasta donde no llegaban los tiros artilleros. Al primer desembarco táctico fueron sucediendo otros por Alcibia, el Tejar de Gracia y la Boquilla, con el no disimulado — 18 —

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