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la sazón virrey del Perú el célebre don José Fernando Abas- cal y Sousa. La carta más difundida de las que escribió el barón de Humboldt al teniente general y virrey de Nueva Granada, don Pedro Mendinueta, es la que está fechada en Lima a 7 de noviembre de 1802 y que publicaron José Manuel Groot en su «Historia de Nueva Granada» y el «Semanario de Agricultura y Artes», XIV, n” 404; éste, incompleto, a tenor de la copia que me facilitó el Dr. Alberto Montejo. Destaca la eficacia de sus letras comendaticias y la ha- zaña de haber escalado los volcanes Chimborazo y Tungura- gua por lo menos a 3.031 toesas sobre el nivel del mar «0 500 toesas más arriba de lo que hasta ahora se ha ele- vado hombre alguno». Equivale la toesa a 1,949 metros. Las afamadas quinas anaranjada, roja y amarilla de Loja en nada difieren de las que «el célebre Mutis descubrió y determinó en Santa Fe». Por las riberas del Amazonas halló Humboldt plantas absolutamente desconocidas. Se llenó de asombro al comprobar el poco rendimiento minero de los Andes, que, con sus yacimientos medianamente bien explo- tados, podrían salvar al erario de los actuales aprietos y de otros mayores. Perú le había decepcionado grandemente, «con sus arenales secos y parameros que ocupan las dos terceras partes de su territorio». Reitera su gratitud y la de Bonpland por los favores y protección que les había dispensado Mendinueta durante su estancia en Nueva Granada; y le suplica que «le haga el honor de asegurar nuestra profunda veneración a la exce- lentísima señora virreina, cuyas virtudes y talento quedaron grabados para siempre en mi corazón». ¿Quién era esa virreina, mujer de don Pedro Mendinueta y Múzquiz? Llamábase doña María Manuela de Cárdenas y Beltrán de Santa Cruz, hija de don Agustín de Cárdenas, rico hacendado nacido y afincado en La Habana. Procedía de es- tirpe riojana, emparentada antaño con los señores de Viz- caya. Uno de sus antepasados, don Diego de Cárdenas y Enríquez, había sido creado duque de Maqueda, en 1530, por su majestad cesárea. Y don Agustín de Cárdenas había sido honrado en 1765 con el marquesado de Montehermoso y con el nombramiento de regidor perpetuo de su ciudad natal, por sus servicios a la corona en la defensa de Cuba contra los ingleses (1762). Sus armas: en campo de oro, dos leo- nes de sable andantes, uno sobre otro. Escudo semejante al de los Múzquiz. La boda Mendinueta-Cárdenas se celebró el año 1784, en La Habana. CAPITAN GENERAL Un problema que no he logrado resolver es el de la actitud del teniente general don Pedro Mendinueta y Múz- quiz, a su regreso del virreinato en Nueva Granada en los primeros días del año 1803. Si en la pugna entre* Godoy y el príncipe de Asturias, Fernando, hubiera tomado partido abiertamente por el sucesor a la corona, ¿cómo explicar los encendidos elogios que el duque de Alcudia le rinde en sus «Memorias»? Verdad es que solamente le menciona cuando las citadas campañas de Rosellón y empresa tolonesa; y si- lencia toda su actuación posterior, tanto la virreinal como

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