BCCCAP00000000000000000001747
En un rincón de Navarra, al norte del valle de Baztán y de los montes de Otsondo, abrigado en un pliegue de mon- tañas y bañado por las aguas limpias del río Ugarana, se alza el noble caserío de la villa de Urdax, próximo a su iglesia de San Salvador. Tan sólo dos kilómetros de carre- tera lo separan del puesto fronterizo de Dancharinea. Los setenta y nueve kilómetros de distancia desde nuestra ca- pital, Pamplona, por la carretera 121, con los puertos de Velate y de Otsondo de por medio, y la necesidad de tomar un pequeño ramal, cortísimo pero desvío al fin, para entrar en la población, contribuye a que Urdax sea un pueblo apenas conocido para los navarros. Al ofrecer este boceto histórico de la villa y de su monasterio, el único que la orden premonstratense tuvo en nuestro viejo reino, abrigamos la pretensión de dar a conocer el encanto de un pueblo recoleto y misterioso, na- cido al amparo de unos monjes, navarro siempre, aunque sus habitantes hablen francés y vascuence tanto como castellano, y se vean forzados por razones puramente geo- gráficas a mantener continuas relaciones con nuestros her- manos de Francia. El núcleo central de la población se asienta en un vallecito plano y recoleto, sobre el viejo camino de Ba- yona a Pamplona, ruta de peregrinaciones jacobeas, don- de los religiosos establecieron una limosnería, punto de arranque del que había de ser poderoso monasterio. Las casas, nobles y blasonadas de escudos, cuidadas y adorna- das con flores, forman un bello conjunto urbano. Lo en- vuelve la paz fresca del agua y del arbolado. Lo que fue monasterio está hoy convertido en vivien- das vecinales. De las construcciones románicas y góti- cas nada queda. El templo abacial es una sólida construc- ción de piedra de sillería de planta de cruz latina, con ca- becera plana y crucero, cubiertos con bóvedas estrelladas cuyos nervios apean en tambores adosados, coronados por capiteles moldurados. Los dos únicos tramos de la nave se cubren con bóveda de terceletes. Delante del presbi- terio se alinean en el pavimento tres losas sepulcrales. Las insignias esculpidas en la central denuncian haber servido de enterramiento para uno de los abades mitrados. Desde el retablo mayor preside el culto un lienzo de la Trans- figuración del Salvador. Al sur va adosado el recoleto claustro. Mucho antes de que aparecieran los monjes, otros hom- bres habían elegido el rincón para su asentamiento, ha- bitando las múltiples cuevas de los contornos. Convertidas, quién sabe desde cuándo, en sede y centro de misteriosos aquelarres, continúan ofreciendo al visitante la sugestiva traza de sus cavidades. Urdax prolonga su geografía humana por distintos ba- rrios: La Tejería, Landívar, Leorlas y Alquerdi. Pero es en a
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz