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la comunidad... Los parientes acostumbran hacer el oferto- rio de unas ceras de montamiento de cinco a seis reales de vellón, y además paga la casa el importe de los su- fragios de misas y otros gastos... En las parroquias de Baztán se contribuye con obladas de libra o media libra poco más o menos, los domingos; y los vecinos de Urdax solamente los domingos y lunes, con unos panecillos de dos onzas, que se reparten a los niños en la sacristia del monasterio». El vicario de Aniz, «con el pan diario se mantiene, más una criada, un ama y un escolano, y aún le queda para hacer limosna a los pobres». Y Aniz apenas contaba once vecinos. Las oblatas que en panes, cera, gallinas o car- nero solían hacer los feligreses de Baztán en su parroquia, singularmente los dueños de las casas antiguas y palacios, contrastaban, según detallan testigos calificados, con aque- llas parvedades premonstratenses. Dejamos ya consignada la competencia que, por cues- tión de diezmos, mantuvieron los monjes con el cabildo de Roncesvalles, a mediados del siglo Xill. Los premonstra- Ni » Te e > cc. —— AAA a tenses venían rigiendo las rectorías de Ainhoa, Elizondo, Garzáin, Arráyoz, Aniz y Eugui. Fue sin duda la solución más adecuada para los prelados diocesanos que el nuevo monasterio atendiera espiritualmente unos núcleos de po- blación que no parece contaron con otros sacerdotes per- manentes que los llamados abades de Errazu y de Lecá- roz, y el capellán del fortín de Maya, cuando lo hubo. Eli- zondo pretendió en el siglo XVII que le sirvieran clérigos seculares, y, aunque la misma orden premonstratense ¡ba retirándose del servicio parroquial por no juzgarse tan im- prescindible, Elizondo continuó atendido por un monje de Urdax. En dicha vicaría cobraba sus cuartos decimales el prior de Velate. En Errazu, Berroeta y Ciga, los compar- tían Urdax y Roncesvalles; éste superaba a los premonstra- tenses en los cobros de Garzáin. En Aniz y Arráyoz, cuyos rectores procedían de Urdax, los diezmos quedaban para el monasterio. El influjo espiritual del convento de San Salvador no solamente se comprueba por las muchas vocaciones reli- giosas que suscitó entre los baztaneses, sino por la ex- traordinaria afluencia de peregrinos que acudían a dicho santuario «de toda Francia a hacer novenas y velas, de E,
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