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Breve pontificio (16 de marzo de 1567), y pudo felicitarse de la adhesión mostrada por los premonstratenses, y de la reforma que se llevaba a cabo. No poco influyó en la salvación de la circaria hispana la viva oposición de San Pío V y de Gregorio Xlll a jeronimizar premonstraten- ses a palos. Fecha definitiva para la reforma de sus constituciones fueron la reunión capitular de Segovia en 1573, y, para su total independencia del Prémontré fran- cés, las de La Vid (1594) y Burgos (1600). Pero al rey don Felipe debió quedarle cierto resque- mor por su fracaso en Urdax, lo que, unido a su obsesión del peligro calvinista, le dictó aquella carta que historia- dores y publicistas hicieron famosa. No he hallado el ori- inal. Aunque Manuel Irigoyen y Olóndriz la publicó con echa de 1591, debe datar de 11 de mayo de 1594. En ella previene a los capitulares el traslado a otros mo- nasterios y casas de la orden en España «de los frailes naturales franceses de los lugares de Urdax, Labandívar y Zugarramurdi, porque mantenerlos allí, como franceses que son o emparentados con franceses, es mucho deser- vicio de Nuestro Señor y mío», Sesenta y un años después de expedida la real carta de Felipe Il, los vecinos de Urdax y Zugarramurdi nom- braron sus comisarios para que el morarca se dignase levantar la prohibición de recibir a sus nativos en el monasterio de Urdax, por los muchos servicios hechos a la corona en alojamiento de tropas, levas, contribuciones y alcabalas. Las cartas van fechadas en Urdax, el 2 de mayo, y en Zugarramurdi el 3 de mayo de 1655. EL TERMINO REDONDO ) El año 1482 habían firmado acta de concordia la uni- versidad y valle de Baztán, el monasterio de Urdax y el lugar de Zugarramurdi, reconociéndose al abad y convento un término propio, como lo tenían los demás señores palacianos, y concediéndoles derecho de pastaje en los comunes. Pronto surgieron los conflictos, tanto por no haber delimitado la propiedad monacal, como por la fuerza expansiva de su riqueza agropecuaria. El intrépido canó- nigo fray Pes, con sus criados, había realizado varios se- cuestros de reses baztanesas, sorprendidas en los cubila- res que se tenían por privativos del monasterio; unas veces las carnereaban, comiéndolas el abad con sus mon- jes, otras exigieron por ellas precio de rescate. Ciertos prendamientos, singularmente los que el mismo fray Pes y su compañero fray Martín de Labandívar hicie- ron de toda la vacada de Irurita en el sel de Azconobieta, y de la vacada de Lecároz en el de Alkurruntz, promo- vieron recurso ante el Consejo de Navarra, el cual parece reconoció que el monasterio de Urdax estaba «en pose- sesión pacífica siempre de carnerear cualesquiera ganados vacunos que hallaban, sin su licencia, cubillados en los dichos seles, que fuesen de los del valle de Baztán o de otra parte», : Cuando en cierta ocasión pasaba por lIrurita, camino de Pamplona, el abad Juan de Orbara, le salió al encuen- tro una pobre viuda, la cual le hizo presente «de dos na

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