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sen el Becerro Antiguo de Leyre y sus pergaminos en el Archivo Histórico Nacional: «Illlud monasterium quod dici- tur Sancta Engracia de pcrto que ducit ad Gallias, intrante ad Sola», «Santa Engracia de Urdax, en el valle de Sola, obispado de Olorón, al pie del puerto», no es otro que «Sainte Engrace d'Urdach», cuyas ruinas se conservan en la provincia antigua de Zuberoa. SEÑORIO MONASTICO La penuria de testimonios medievales referentes a nues- tro monasterio no ha de culparse por entero a las guerras fronterizas y a incendios casuales. Su misma situación jurídica de enclave navarro en lo político, y francés en lo claustral y diocesano, tuvo alguna parte en la dispersión documental, según acusaron los cronistas de Retuerta y La Vid. Por eso no damos como definitivas, pese a su im- portancia, las notas que vamos a ir desgranando. Que continuaba su misión hospitalaria se confirma por el testamento del obispo de Bayona, Dominique o Domen- jon de Mans, otorgado en 1302, por el que se destinaban algunas mandas u legados a las abadías de Lahonce, Urdax, Case-Dieu, y a todos los otros albergues de la ruta jacobea, desde Burdeos a Roncesvalles. De su prestigio en la Corte de Navarra tampoco faltan pruebas. El abad de Urdax estampa su firma, tras el obispo de Pamplona, con el de Leyre y los priores de San Juan y de Roncesvalles, al pie del acuerdo celebrado en Tortosa en 1370, por el deán de Tudela, don Juan Cruzat, en nom- bre de Carlos Il, con Pedro IV de Aragón. Los reyes Car- los HI, don Juan y doña Blanca, perdonaron al monasterio, por la singular devoción que sentían hacia San Salvador, las doce libras carlines anuales que les correspondía pa- gar por su industria ferrera o de fundición de hierro. En cambio no se le dispensa del servicio que las Cortes vota- ron en favor del rey, y que recae sobre los hidalgos, in- fanzones y entidades eclesiásticas. En el apeo de 1336, des- pués de enumerar los ciento sesenta fuegos de Baztán, que han de contribuir con trescientos florines, se añade: «Baztán. En Baztán, el abbat de Urdax, lll fuegos. Ittem el abbat de Lecároz, IV fuegos. Item el abbat d'Arizcun, 1l fuegos. Item el abbat de Berroeta, ll fuegos. Suma de los fuegos de los Abbat, XIl fuegos, que valen florines, contan- do Il florines y medio por fuego, XXX florines». Esos florines plantean serios problemas. ¿Se consideraba la granja de Urdax radicada en término de Baztán? En la «Executoria de hidalguía» ratificada al valle el año 1441, firma como testigo el abad del monasterio, frey Juan de Echayde, si bien se determinan como afrontaciones comu- nales las tierras de Labort (Labourdi), y no las privativas de la «granja». ¿Y los abades de Lecároz, Arizcun y Be- rroeta? Deben de ser las rectorías o casas parroquiales dependientes directamente de provisión episcopal. El asien- to del receptor de las montañas concluye: «Florines de los clérigos del obispado de Bayona». Por el «Libro de los fuegos de la merindad de Pam- plona» de 1366, vemos que el progreso económico del monasterio es notorio. A su sombra se va formando un E
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