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FUNDACION DEL MONASTERIO Si fuéramos tan optimistas como el viajero H. L. Fabre, no dudaríamos en admitir la fecha del 430 como la del primer establecimiento de una comunidad de canónigos regulares en el término de Urdax. Por un error de interpretación desde Yepes y Morales hasta don Hilario Yaben, se leyó Urdax donde San Eulo- gio había escrito Urdaspalense, trasladándose a las fronte- ras labortanas el monasterio roncalés visitado hacia el 848 por el obispo cordobés. En informe oficial de 18 de noviembre de 1820, declaró su abad, fray Juan Antonio de Echeverz, que cronistas e historiadores «de la mejor nota» fechaban su fundación en los albores del siglo IX. Bien es verdad que, cuando el pleito contra el abad de real pa- tronato, don Miguel de Goñi (1554-1561), comunicó el Consejo de Navarra al de Castilla que no había en el archivo escrituras por donde constase quién había sido su fundador ni otras tocantes al patronato real. Pero cuando Arsius, obispo de Bayona, describe en su carta, fechada hacia el 980, las tierras de su jurisdicción, distingue entre el valle de Urdax y el de Baztán: «Vallis que Ursaxia dici- tur, Bastantiensis vallis usque in medio portu Belati». La noti- cia de la existencia del valle de Urdax debió conocerla di- cho obispo de Bayona por la radicación en el lugar de una comunidad religiosa, Todavía en 1482 no habrá en dicha ¿uháa, tuera del monasterio premonstratense, más que quin- ce vecinos en Zugarramurdi y cuatro en la granja de Urdax, acogidos al mendrugo laboral y a la paz monacales. Más difícil de probar se nos hace que fuera Sancho Mitarra o Sancho Garcés Il, quien instaurara la primera comunidad de canónigos lateranenses, y que las armas del cenobio fueran la media luna y el bastón o planta nueva de e desmochado, atribuidas a aquel «caballero de ilustre inage». Las crónicas premonstratenses concuerdan al afirmar que el año 1172, los canónigos de San Agustín, por propia iniciativa y sin mudar de residencia, se sometieron a la obediencia y hábito de la pujante orden norbertina, incar- dinándose a la abadía de «Casa Dei», en la provincia re- ligiosa de Gascuña. Pero Ohienart, en su Notitia utriusque Vasconiae fijó en 1210 el primer asentamiento de premons- tratenses en Urdax. ¿Erró Ohienart? ¿Fue por el contrario un amaño tardío de los cronistas? Campomanes dio razón al primero sobre «las apologías y papeles simples, sin apelación a documentos ni presentación de ellos» de los segundos: Porque, aceptada la fecha de 1210, pensaba Campomanes demostrar la ilegalidad en la transmisión de algo tan fundamental, en su concepto realista, como la tan decantada «donación Sotés». Esta donación consistió en la renuncia hecha por el caballero Calvet Sotés en favor de la comunidad religiosa de Urdax, del patronato que tenía sobre ella y del lugar de Zugarramurdi, con sus derechos y pertenencias, mon- tes, aguas y bosques, más dieciocho bustalizas que enu- mera, a cambio de 2.200 sueldos que aquella le entregó. Había heredado dicho patronato de Pedro Ansúrez de So- tés, en quien lo traspasara el rey Sancho, por un caballo. ¿Qué autoridad merece esta tradición? Las copias documen- tales no coinciden en sus fechas; mientras unos copistas consignan la entrega hecha a Calvet en 1203, otros la datan en 1211. No obstante hay ciertos indicios de auten- ticidad, en testimonios notariales y certificados, en el he-

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