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requerimientos insistentes del pueblo. Tudela emuló estas ma- nifestaciones de fervor popular, que nunca olvidó el monarca. Llegó a Madrid el 18 de febrero. El 11 de septiembre se desposó con la jovencita María Luisa Gabriela de Saboya, con la que se encontró en Figueras. Por abril de 1702 embarcaba en Barcelona, rumbo a la ciudad de Nápoles. El emperador Leo- poldo, que no había aceptado el testamento de Carlos ll por juzgarse con mejor derecho que el borbón en la sucesión al trono de España, suscitaba conspiraciones en la ciudad del Vesubio y se aliaba con el principe Eugenio de Saboya, para despojarnos del Milanesado. En esta oportunidad se distinguió por su arrojo Felipe V, que se ganó el apelativo de El Animoso, con los triunfos de Luzzara, Guastalla y Borgoforte (agosto- septiembre 1702). Brilló el genio militar del duque de Vendóme; y se distinguieron por su valor y su pericia el conde de Aguilar, general de la caballería extranjera, los de Monteleón y San Esteban de Gormaz, y José de Armendáriz y Perurena, coronel del regimiento de dragones. MARQUES DE CASTELFUERTE «Don Phelipe, etc. Por quanto teniendo atención a los bue- nos y largos servicios de vos, el Theniente General, Dn. Joseph de Armendáriz, Cavallero del Orden de Santiago, executados por espazio de veinte y cinco años en mis Exércitos de Flandes, Italia y España con los cargos de Capitán de cavallos corazas, Maestre de Campo y Coronel de Dragones, Brigadier, Sargento Mayor de mis Guardias de Corps, Mariscal de Campo y The- niente Gral., obrando en todos ellos con el valor y crédito correspondientes a vuestras obligaciones, en alguna enmienda y remuneración de todos ellos y satistazion con que los havéis continuado en el referido emplea de Sargento Mayor de mis Guardias de Corps y referido empleo de Theniente General... por decreto de diez y ocho de agosto del año pasado de mil setezientos y zinco resolví hazeros merced de título de Marqués en Navarra». Eligió José de Armendáriz título de marqués de Castelfuerte, opino que un tanto por halagar al rey, en recuerdo de Borgo- forte, puesto que ni castillo ni fortaleza de aquel nombre se conoce ni en Navarra ni en el resto del ámbito peninsular. De acuerdo con lo que dejó ordenado Felipe IV, hiízosele primera- mente «vizconde de Villacerrada», título que quedó cancelado con el de marqués. Pagó por uno y otro la media annata, que en el marquesado fue de 502.500 maravedíes, «cantidad que ha- brán de pagar todos los sucesores en el título, conforme al derecho de media annata». Zaragoza, 5 de junio de 1711. Yo, El Rey. Yo Dn. Francisco Antonio Quincoces, secretario del Reyno, etc. lo hize escribir por su mandato. El conde de Gramedo. El conde de Gondomar. Lorenzo, obispo de Gironde. Salvador Narbáez» (firma y rúbrica). Tres elementos merecen destacarse del precedente real de- creto: la evocación de 25 años de servicio de don José de Armendáriz «en mis exércitos», cuando Felipe V apenas había cumplido un par de lustros como soberano español; los diver- sos grados militares de su ascenso; y la determinación tomada por su majestad en 18 de agosto de 1705 de promoverle a un marquesado de Navarra, publicada y hecha realidad el año 1711. Flandes fue el primer testigo del espíritu belicoso y de las dotes de mando heredadas por el capitán de caballos corazas, José Armendáriz. Puesto que de uno y otro dieron pruebas sus antepasados. Luis XIV, el abuelo de Felipe V, aquél que en el tratado de los ad

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