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dimitir una vez asegurados el trono y la sucesión, expidió su real cédula, por la que. nombraba al marqués de Casteltuerte, capitán general don José de Armendáriz, virrey, gobernador y capitán general del virreinato del Perú y Tierra Firme. VIRREY DEL PERU Y DE TIERRA FIRME Aquel célebre guardia marina, cronista insigne de la geogra- fía peruana, Antonio de Ulloa, tan parco en alabanzas, no deja de ponderar el celo del virrey José de Armendáriz, la eficacia de su gestión financiera, la rectitud de su vara de justicia, que no se doblega ni a derecha ni a izquierda, los aciertos de su conducta, que le valieron larga permanencia de once años en el cargo, y sollozos del pueblo en su despedida. Embarcó Armendáriz en el Pingúe Volante de la flota de galeones gobernada por el marqués de Grillo, su compañero de fatigas a lo menos en las travesías mediterráneas acariciadas por Alberoni y por el superintendente José Patiño. Zarparon de Cádiz los navíos el 31 de diciembre de 1723; y dieron vista al puerto de Cartagena de Indias por febrero de 1724. Una nueva aventura, más compleja por su extensión geográfica que por el acoso armado (salvo contrabandistas) de enemigo alguno. Desde el istmo de Panamá al cabo de Hornos, toda la América meridional, exceptuadas las posesiones portuguesas y parte de las Guayanas, constituía un solo virreinato, con las audiencias de Tierra Firme, Quito, Lima, Charcas y Chile; y los gobiernos de Santa Cruz de la Sierra, Paraguay, Tucumán y Buenos Aires. Por los informes desvencijados de Jorge Villalonga se suprime erró- neamente (a. 1724) el virreinato de Nueva Granada, que vuelve a ser audiencia de Santa Fe-hasta el año 1739, en que se inaugura con don Sebastián de Eslava su segunda y definitiva etapa virreinal. : José de Armendáriz, «el más distinguido militar que vino a América del Sur y el único entre los virreyes que fue capitán general del ejército» (Mendiburu), tuvo que enfrentarse con el calamitoso problema del contrabando, recrecido desde que se concedió a Inglaterra el asiento de negros y el navío de permiso; hubo de regular el régimen fiscal interno, refrescar la defensa del indio, sofocar la rebelión suscitada en Paraguay, repeler las incursiones portuguesas por el Napo y el estuario del Plata; y, contra su sentir y vivir cristianos, dar cara a algún prelado, en virtud de su dignidad de vice patrono. Navegaron con Armendáriz prestigiosos colaboradores: los mariscales de campo Antonio Manso, nombrado presidente de la audiencia de Santa Fe; Luis de Aponte, gobernador de Carta- gena; y Manuel Alderete, gobernador de Tierra Firme. La autoridad del virrey es «la mayor que hay en todo el Reyno, y tan grande que desfruta enteramente la confianza y satisfacción del Príncipe; él es absoluto en lo Político, Militar, Civil, Criminal y Real Hacienda; todo lo govierna y dispone como le parece que más conviene, sirviéndose de diferentes Tribunales, de quienes es Cabeza, para acordar con ellos en todos los Negocios, según sus especies». EL CONTRABANDO, HEMORRAGIA FISCAL No abunda en el siglo XVIIl, como en el precedente, la literatura de bucaneros, corsarios, filibusteros y piratas. Los asaltos de un Anson a la nave de Acapulco o al puerto de Piura DE

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