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1789-1793 sufrió mengua, respecto del quinquenio ante- rior, de 581.628 pesos, y en cambio aumentó la exportación de frutos y de efectos en 455.368 pesos, cúlpese al auge en la exportación clandestina de caudales. PULSO DE GOBERNANTE Cuando el virrey Ezpeleta describe a su sucesor la mal- versación de fondos, sorprendida en la administración pro- vincial de Quito, le insinúa que, pues no se castigó en el pasado a los culpables, por razones que no acierta a explicar, sobresea ya la causa por envejecida; porque resucitarla ha de ser más de perturbación que de provecho; que procure simplemente descartar a los culpables de aquellos empleos en que son posibles los fraudes. Ezpeleta, insobornable en su proceder, comportóse como hombre amigo de la justicia, mas no justiciero. Ese talante liberal y generoso le valió la estima de altos y bajos, de nobles y plebeyos, de indios y criollos. Cuando le llegaban quejas de los corregidores o de simples particulares contra las depredaciones y crueldades de los guajiros, res- pondía, sin desatenderles, que atendieran sin no les habían dado motivo con asaltos a sus pobres chacras y con su dure- za de trato cuando sorprendían en hurto a un indio cual- quiera. No pudo menos de complacer a los neogranadinos el equilibrio mesurado de aquel virrey. El alcalde pedáneo de Chiriguana, dependiente de la ciu- dad de Tamalameque, escribe a Ezpeleta que, al aceptar su cargo, en tiempos del virrey Guirior, había jurado defender - todos los misterios de Fe y demás anejos a ella y celar los pecados públicos, contra los que arremetió con la elimina- ción de los concubinatos; pero que al presente se hallaba con un capitán a guerra, “fatal compadre de la República, que como león sangriento y desenfrenada bestia, está des- trozando la ley de Dios”, como amancebado público. Res- ponde Ezpeleta que ha escrito al cura de Chiriguana para que le informe con toda verdad e imparcialidad sobre el caso. El alcalde de primer voto de San Juan Girón protesta contra los atropellos del gobernador Velázquez, que había llegado a decir de las órdenes de su excelencia “que se caga en sus despachos” y otras tantas maldades que no tienen guarismo. Ezpeleta resuelve: “Con los demás de este asunto, ténganse todos para cuando se le pida”. Sin prisas, sin apre- mios, encarga el informe a su secretario, por si se formaba expediente al gobernador de San Juan Girón. Desde Zipaquirá, célebre en todo tiempo por su sal vijua o sal gema (en el interior del cerro se ha esculpido una gran- diosa catedral) escribe Manuel de Villarroel y Vizconde, a nombre de sus conciudadanos, que no serán completas las fiestas patronales (24 de enero) si no las honran los virreyes con su presencia, como en años anteriores. En 1793, declaración de guerra contra la convención francesa, el corregidor de Tunja, don Eustaquio Galavis, pro- hibe, por razón de austeridad, la corrida de toros que el ayuntamiento de Vélez tenía programada para el mes de mm 19 —

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