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rroquial de San Cristóbal, en presencia del obispo de San- tiago de Cuba, de Jamaica y la Florida, Fr. Juan Lasso de la Vega y Cansino y ante los testigos marqués de Villarte, don Gonzalo de Herrera y el capitán don Martín de Aróstegui, hermano de la novia. Cuando a 20.de di- ciembre de 1754 nazca su hijo Tomás Domingo Vicente Ramón, futuro mariscal de campo y caballero de Alcántara (en su expediente de hidalguía se recalcará que tampoco procede de agote), estará de guarnición don Agustín de Jáuregui con su a el de dragones de Sagunto en Villafranca del Pan Como consecuencia del agónico Tercer Pacto de fami- lia, creyóse Carlos lll en la precisión de romper la neu- tralidad anglófila de Portugal. Tras el fracasado intento del general Sarria, encomendó la dirección de la campaña al conde de Aranda, que el 25 de agosto de 1762 lograba la rendición pírrica de Almeida. Baquíjano y Carrillo, en el discurso que líneas abajo se comenta, irrumpe, con resonancias de oquedad tumbal, en elogios de Jáuregui, héroe (aunque las crónicas lo silencien) de aquella acción bélica, a fuer de coronel del regimiento de Sagunto y bri- gadier de los reales ejércitos: «V.E. hace ver que las dulzuras de la paz no han de consumir el vigor de la guerra. El clarín da la señal del asalto... A pesar del con- traste, V.E. triunfa... Almeyda, la soberbia Almeyda, se rinde y es forzada dentro de sus muros... Esos cuerpos deshechos por la corrupción despiden exhalaciones mortí- feras que infestan la atmósfera; el ayre se impregna de vapores homicidas... las quexas y los sospiros sólo se in- terrumpen por el formidable sonido de los carros lúgubres sin cesar ocupados en transportar difuntos... Bazán, Santa Cruz, nombres respetables, ya admitiréis a vuestro des- cendiente en la gloriosa succesion de amor y de grandeza con que ilustrasteis la historia. Ya publicaréis que sus su- blimes acciones os dexan libres de la sagrada fianza que la patria celebró con vuestras sombras...». Lástima que el único hecho concreto, atañente a Jáu- regui, se reduzca a ratificar un error anteriormente gallar- deado por el propio Baquíjano: injertar al brigadier en el tronco de los Jaureguízar de lrurita, de los cuales pro- cedía don Alvaro de Bazán, marqués de Santa Cruz. ES ER o YA ce 8 Sd ASy
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