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cabo de armería de Ohárriz (Lecároz) y de doña Juana María de Aldecoa y Datue, del palacio de cabo de armería de Datue (Elizondo) y legítimo descendiente de legítimos matrimonios hasta donde hay memoria. Por su abuela pa- terna procedía del palacio de los Apeztegui de Errazu, y por su abuela materna del de Arrechea (familia Borda) de Maya; todos ellos de cabo de armería, con privilegio de rebate o exención del pago de cuartel, «que es la mayor distinción que hay en el Reyno de Navarra». Y aunque como descendientes de aquellos infanzones con- quistadores de estas tierras baztanesas, pudieran blasonar sus fachadas con el escudo del valle ([escaqueado de aje- drez), siempre se conoció y se conoce en ellas su escudo particular, como es el de tres panelas en el palacio de Ohárriz y el de diez estrellas en el de Datue. Fue bautizado Agustín de Jáuregui en la parroquial de Lecároz el 17 de mayo de 1711, Frisaba por tanto en los veinticinco cuando presentó solicitud para el hábito de Santiago. Era ya capitán de dragones en el regimiento de Almansa. Y «como no le tocaba raza > judío, moro o converso en el más remoto gy », ni habían sido él ni sus padres mercaderes ni ejercido otro oficio vil y mecánico, sino empleos dignos de hidalguía (don Matías y don Pedro de Jáuregui y don Agustín de Alde- coa fueron alcaldes y capitanes a guerra de Baztán), apro- bó el Consejo de Ordenes las pruebas en todas sus partes y se ordenó despacharle el título de caballero de Santiago. POR TIERRAS DE CUBA Y PORTUGAL Es lamentable que ni en Simancas, ni en Madrid, ni en Segovia, ni en Sevilla, se halle registrada su hoja de servicios. Apenas se filtran leves noticias de documentos coetáneos. Se sabe que estuvo de guarnición en Ceuta y Orán y que, cuando en 1741 recibió la orden de embarcarse para Cartagena de Indias, amenazada por el almirante inglés Vernon, lucía los entorchados de teniente coronel del re- gimiento de Sagunto. Como la escuadra enemiga le estorbó llegar a su des- tino, torció rumbo hacia la isla de Cuba. Y en Cuba en- contró su amor. Si bastó un flechazo a Cupido o si tuvo que disparar todo su carcaj, no lo dicen las crónicas. Uno y otro lance son posibles con un temperamento tan sose- gado normalmente, pero que estallaba a veces (raras) con ímpetu inesperado y tenaz. Fue su novia doña María Luisa de Aróstegui y Basabe, hija de don Martín y de doña Tomasa. Don Martín, hidalgo del palacio de cabo de armería «Juantonea» en Aranaz; ella, nacida en La Habana. Don Martín de Aróstegui y Larrea, exalcalde y capitán a guerra de la villa de Aranaz, acababa de estrenarse como presidente de la reorganiza- da Compañía de comercio de La Habana. Tal confianza había inspirado el nuevo director a la majestad de Feli- pe V, que adquirió a partes iguales, con la reina su mujer, cien acciones por 50.000 pesos. El propio Agustín de Jáu- regui interesó ay e dinerillo en la empresa. Celebróse la a el 6 de agosto de 1747, en la pa- A
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