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La hora navarra del siglo XVIll no es solamente la hora de los financieros Juan de Goyeneche, fundador de Nuevo Baztán y de la Gaceta de Madrid; de Miguel Múz- quiz, colaborador eficaz de Cabarrús en la institución del Banco de San Carlos; de Jerónimo de Uztáriz, elogiado por Voltaire como promotor literario de las nuevas doc- trinas económicas. Es también la hora del caballero de Santiago y director de la Compañía de comercio de La Habana don Martín de Aróstegui y Larrea, natural de Aranaz; la hora de don Francisco Javier de Elío, teniente general de los Reales Ejércitos y caballero de la Orden de Carlos Ill; la de los Aldecoa y Borda, baztaneses cru- zados por Santiago, Alcántara y Calatrava; la del marqués don Manuel de Guirior, natural de Aoiz, virrey sucesiva- mente de Santa Fe en el reino de Nueva Granada y de Lima en el de Perú, y del que escribe un historiador americano que debiera haberse eternizado su nombre en la roca, porque nunca se sintió América mejor gobernada; y es la hora de su inmediato sucesor en Lima, don Agus- tín de Jáuregui y Aldecoa y la de don Miguel José de Azanza, natural de Aoiz, honrado administrador del virrei- nato de Nueva España. Y coetáneos suyos y naturales de Pamplona, aunque no de cepa navarra, fueron aquellos célebres González-Bassecourt, muerto el uno como gene- ral del ejército en el asalto que dio el inglés al castillo del Morro (Habana, 1762) y heredero el otro del título póstumo de conde del Asalto y del marquesado de Grigny y capitán general de Cataluña. CABALLERO DE SANTIAGO Aunque constara la hidalguía por los cuatro abolorios, de don Agustín de Jáuregui y Aldecoa, al incoarse en 1736 el expediente para concederle el hábito de Santiago, se encomendó, por orden de Felipe V, a don Francisco Antonio de Alcedo y Agúero, caballero profeso de la re- ferida orden y teniente de las Reales Guardias Españolas y al Licenciado don Bernabé de Chaves y Porras, religioso profeso de la misma orden y vicario y juez eclesiástico de la ciudad de Jerez de los Caballeros, recibir informe jurado sobre el origen, hidalguía y legitimidad de don Agustín de Jáuregui. Probóse por rueda de veintiséis tes- tigos, convocados sucesiva y distributivamente en Lecároz, Elizondo, Maya y Errazu, y por testimonio de escrituras auténticas, que el pretendiente al hábito de Santiago era hijo legítimo de Matías de Jáuregui, señor del palacio de e Jño

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